La economía de la Ciudad del Vaticano, uno de los Estados más enigmáticos y pequeños en el mundo, no tiene buena prensa. No han sido raros, en las últimas décadas, los episodios que le dieron más de un disgusto a los Papas que se han ido sucediendo. Y sin embargo hay un apartado que se ha apuntado un tanto: las exportaciones. Los datos de Eurostat, analizados por este diario y relativos al intercambio comercial con los países de la Unión Europea (UE), lo evidencian. El Vaticano ha exportado a países europeos mucho más de lo que ha importado.

En concreto, en el año 2018, el último registrado por Eurostat, el Vaticano vendió bienes por 39,6 millones de euros y compró productos por unos 2 millones de euros. Una cifra bastante modesta para cualquier país común, pero significativa para un Estado que tiene el tamaño (44 hectáreas) de un barrio pequeño de Barcelona, una población aproximada de 600 personas, y es gobernado por una monarquía absolutista elegida por sufragio, cuyo jefe es también el líder del catolicismo. La tendencia ha sido similar también en 2014, 2015, 2016, y 2017.

No es un dato menor. De hecho, la economía del Vaticano, una especie de ciudad-Estado que ha sobrevivido hasta nuestros días y que no calcula su PIB, tiene algunas principales fuentes de ingresos. Una de estas es el sector turístico, que le aporta ingresos con las entradas en los museos, así como a través de la venta de sellos postales, recuerdos y publicaciones que se encuentran en la oficina filatélica. Otras fuentes de beneficios son asimismo las llamadas 'bendiciones papales' en pergamino y lo recaudado por sus comercios, estaciones de gasolina, farmacias y su supermercado de lujo, en el que se venden productos de nivel.

"No hay que olvidar que la del Vaticano es la única economía del mundo completamente estatal. La economía privada no existe. Esto es un hecho", afirma Carlo Marroni, periodista del diario económico Il Sole 24 Ore. El Vaticano no tiene industrias y que sus ciudadanos no pagan impuestos directos. De alguna manera tienen que sobrevivir, matiza, por su parte, Mimmo Muolo, periodista del diario católico Avvenire y autor del libro "I soldi della Chiesa (El dinero de la Iglesia)".

Comercio mundano: Alcohol y tabaco

De ahí tal vez que, por tipo de mercancías, haya un poco de todo en las importaciones vaticanas. Por ejemplo, en 2018, la Ciudad del Vaticano le compró a Italia 25.500 kilos de productos incluidos en el apartado celulosa y papel reciclado, por un valor de 1.743 euros; a Francia, bienes por unos 146.000 euros en objetos de arte o colección y antigüedades, y a Alemania, un total de 1,2 millones de euros en manufacturas de piedras o metales precios, monedas o bisutería.

Particularmente halagüeña parece, en este sentido, la lista de países que ha logrado conquistar las necesidades más terrenales de la atípica monarquía, vendiéndoles sus productos. Se trata, en este orden, de Alemania, Francia, Italia y Austria. En términos de exportaciones, en cambio, cuatro han sido los destinos preferentes de las mercancías vaticanas: Italia, seguida, a una distancia significativa, por Alemania, Países Bajos y Reino Unido. España, distanciada de estos grupos, solo ha tenido un intercambio muy limitado, de acuerdo con datos del ministerio español de Asuntos Exteriores.

En todo caso, también en el caso de las exportaciones a la UE hay alguna venta curiosa. Destacan, por ejemplo, 11.107,3 toneladas de "minerales" vendidos a Italia, por un total de 27,9 millones de euros. El país transalpino, siempre según los datos, también ha resultado un gran acaparador de bebidas alcohólicas y tabaco, mientras que Francia le compró 1.800 kilos de aparatos eléctricos y 2.300 kilos de productos químicos. Artículos, estos, por los que los Países Bajos se gastaron unos 306.000 euros.

Todo ello integra el balance del 'Governatorato' -cuyo responsable es el cardenal italiano Giuseppe Bertello y que gestiona la economía de la Ciudad del Vaticano-, que es un balance distinto del de la Santa Sede, que es el organismo soberano de la Iglesia católica.