El papa Juan Pablo II designó ayer al obispo de Feldkirch, Klaus Küng, para que investigue el escándalo sexual descubierto por la policía en el seminario católico de Sankt Pölten, en cuyos ordenadores los agentes se incautaron de 40.000 fotos de pornografía infantil y prácticas homosexuales entre los religiosos. Una revista austriaca publicó incluso la fotografía del director del seminario, que ya ha dimitido, tocando el pene a un alumno.

Aunque el obispo de Sankt Pölten, el ultraconservador Kurt Krenn, reconoció en televisión que había visto dos fotos del anterior encargado del centro besando a un alumno, rechazó que esa actitud tuviera algo que ver con la homosexualidad. Según el prelado, esas muestras de cariño no eran más que "chiquilladas de adolescentes".

LA REACCION La investigación vaticana se une a la ya abierta por la Conferencia Episcopal Austríaca, que ha reaccionado al hallazgo afirmando que "la práctica de la homosexualidad o la pornografía no tiene cabida en un seminario para sacerdotes".

Este nuevo escándalo ha traído a la memoria el caso del fallecido cardenal de Viena Hans Hermann Groer, que desencadenó la mayor crisis de la Iglesia católica austríaca desde 1945, tras ser acusado de abuso sexual de menores. Groer, fallecido el pasado año, vivió sus últimos años retirado en un monasterio, tras no poder rebatir las acusaciones de abuso sexual cometido contra algunos de sus alumnos en un seminario de la archidiócesis de Viena.