La velocidad excesiva, una distracción del conductor y un fallo de los frenos. Son las tres hipótesis, no necesariamente excluyentes, que barajan los investigadores de la Guardia Civil de Tráfico como posibles causas del accidente ocurrido en Cieza (Murcia) en la noche del pasado sábado, cuando un autocar cayó por un terraplén de 20 metros al tomar el carril de desaceleración para abandonar la autovía A-30, causando la muerte de 14 personas y heridas a 43. De ellas, 28 permanecían anoche hospitalizadas, 11 en estado grave. El conductor, que sufrió una crisis de ansiedad y taquicardia tras el accidente, dio negativo en las pruebas que detectan el consumo de alcohol o drogas. El chófer, uno de los dos que tenía el vehículo, permanece detenido y será imputado de los delitos de homicidio, lesiones y conducción imprudente, informó el delegado del Gobierno, Joaquín Bascuñana. Hoy declarará ante el juez.

El siniestro se produjo hacia las 23.30 horas del sábado a la altura de la Venta del Olivo, en Cieza. El lugar del accidente es una bifurcación en la que el vehículo debía haber hecho un giro que no realizó sino que, según las primeras hipótesis de los investigadores, avanzó en línea recta hasta despeñarse. Supervivientes de la tragedia explicaron que antes del siniestro el conductor gritó: «¡No puedo frenar!», según el diario murciano La Verdad.

Minutos antes del accidente, el autobús había parado para hacer un descanso en La Roda (Albacete). Tras reincorporarse a la ruta, infringió varias señales de límite de velocidad y se saltó un stop, informaron fuentes de la investigación. Esta circunstancia encaja con un posible fallo de los frenos del vehículo.

El autobús accidentado fue matriculado en el 2001 y el pasado viernes había pasado la ITV. Estaba tripulado por dos conductores, como es preceptivo en los servicios públicos de largo recorrido, y disponía de cinturón de seguridad en todos los asientos, aunque, al parecer, no todos los ocupantes lo llevaban abrochado. Los pasajeros, vecinos de la localidad murciana de Bullas, procedían de un acto religioso en honor de la Madre Maravillas, que se celebró el sábado en el Cerro de los Ángeles, en Madrid. Uno de los fallecidos es el párroco de Bullas, Miguel Conesa, de 36 años, que viajó acompañado de varios empleados de la conservera Pérez Escámez, que tradicionalmente organizan esta peregrinación.

APLASTAMIENTO

El impacto del accidente causó la muerte instantánea, por aplastamiento, de diez pasajeros. Otros cuatro fallecieron en las horas posteriores, a consecuencia de las graves heridas sufridas. El Instituto de Medicina Legal de Murcia realizó ayer las autopsias de los fallecidos, cuyos cadáveres fueron trasladados posteriormente al polideportivo de Bullas, informó el Tribunal Superior de Justicia de Murcia. El funeral por las víctimas de este accidente se celebrará, según está previsto, a las 11 horas de la mañana de hoy en el pabellón municipal Juan Valera, de Bullas, acto al que asistirán los Reyes. El siniestro es el accidente de autobús más grave registrado en España desde que en el 2001 murieron en Huelva 20 jubilados de Barcelona y Tarragona.