La NASA intentará mañana volver a batir un hito en la velocidad. 57 años después del primer vuelo que rompió la barrera del sonido --realizado en un avión de espionaje SR-71 pilotado por Chuck Yeager--, la agencia espacial de EEUU tiene previsto lanzar sobre el océano Pacífico el X-43 A, una mezcla de avión y nave espacial que funciona con un motor de hidrógeno y que puede alcanzar los 8.000 kilómetros por hora, lo que supone siete veces el Mach 1 (el número sónico).

El vuelo forma parte de Hyper-X, un programa de la NASA con un presupuesto de 200 millones de euros y con el que se buscan tecnologías alternativas de propulsión para acceder al espacio y a vuelos de alta velocidad en la atmósfera. El programa ha despertado el interés del Ejército y de compañías privadas como Boeing, aunque los expertos alertan de que la aplicación potencial en la aviación civil no se producirá por lo menos hasta dentro de dos décadas.

Sin piloto

El X-43 A es una nave no pilotada de 3,6 metros. Viajará integrada en un misil, que a su vez irá colocado bajo un B-52. El bombardero será el que subirá primero a más de 12.000 metros de altura. Desde ahí lanzará el misil, que alcanzará una velocidad de casi 6.000 kilómetros por hora. Entonces es cuando se separará el X-43 A, que durante 10 segundos puede superar el Mach 7 y lograr el primer vuelo hipersónico de la historia (el de Yeager, con Mach 3,2, fue supersónico).

La clave para el éxito del vuelo es el motor del X-43 A. Se trata de un scramjet que funciona con hidrógeno en lugar de combustible potencialmente explosivo. El uso del hidrógeno, así, permite reducir riesgos además de costes.

En el scramjet el aire comprimido se mueve a velocidades supersónicas permitiendo la combustión del hidrógeno. Aunque este tipo de motores se han probado en túneles de viento en tierra, su funcionamiento en vuelo libre no se ha comprobado nunca y la prueba de mañana puede ser definitiva.

El último intento de romper la barrera del sonido se produjo en el año 2001, pero el misil que en aquella ocasión estaba encargado de lanzar la nave empezó a funcionar erróneamente --en parte debido a que fue lanzado a 7.000 metros de altura en lugar de a 12.000)-- y fue destruido.

El principal objetivo de la NASA, según explicó desde el centro de Investigación Langley de la agencia en Virginia Keith Henry, es lograr "un acceso más barato, más flexible y más seguro al espacio". El estudio de motores de hidrógeno como el del X-43 A y de otras dos naves aún no construidas en el programa Hyper-X permite aumentar las opciones de conseguirlo.

Ese abaratamiento de los costes es fundamental para la NASA, que gasta más de 400 millones de euros en cada vuelo. Aunque los tres que aún mantiene están en tierra desde el accidente el año pasado del Columbia, está previsto que reinicien sus misiones el año que viene. Pero también hay marcada, de momento, una fecha para finalizar sus vuelos, el 2010.