Tener la regla sale caro. Un paquete de compresas cuesta unos tres euros, y, de tampones, cuatro. La situación se vuelve aún más complicada en el caso de aquellas mujeres que viven en situación de pobreza. La copa menstrual, defendida por cada vez más mujeres como la alternativa más económica y ecológica, se presenta como una solución en los casos más urgentes.

«No solo es más saludable: la copa es también la mejor opción para la gente sin recursos», defiende Susana Fernández, fundadora de la plataforma social Citycise, que hace dos años creó en España #HappyPeriodMovement. Este movimiento que aboga por una «regla feliz» trata de concienciar de la importancia de donar productos higiénicos femeninos a los centros, albergues y organizaciones sociales que trabajan con mujeres en riesgo de exclusión.

La promotora del movimiento conoce casos delicados. «Hay mujeres sin recursos que se meten en los McDonald’s, cogen servilletas y las usan como compresas», relata Fernández.

Las defensoras de la copa menstrual alegan que es más barata que compresas y tampones (cuesta unos 30 euros y dura hasta 10 años) y más ecológica (está hecha de silicona y es reutilizable en cada período, ya que recoge, y no absorbe, el flujo menstrual). Hace años en España las copas menstruales solo las vendían las tiendas de productos naturales, pero ahora se pueden conseguir también en farmacias y en internet.

«Ni es recomendable ni no recomendable. Es, simplemente, una opción más», cuenta Francesc Carmona, jefe del servicio de Ginecología del Hospital Clínico de Barcelona. «Es una cuestión de gustos. Algunas mujeres la prefieren porque es más cómoda, ya que se adapta a tamaños y formas. No es menos higiénica que un tampón o una compresa», añade Carmona, que también certifica que, al ser reutilizable, sale más barata.