Un metanero ruso de 300 metros de eslora, el Christophe de Margerie, se ha convertido en el primer gran barco comercial que surca sin la ayuda de rompehielos el llamado paso del Nordeste, la indómita ruta que comunica Europa con el Pacífico a través de las costas de Siberia y el estrecho de Bering.

Debido a la presencia perpetua de espeso hielo, recorrer el paso del Nordeste -también conocido como ruta del Norte- era hasta hace poco una quimera, pero la nueva realidad derivada del cambio climático, con las costas expeditas de hielo en los meses de verano, ha cambiado la situación y augura el surgimiento de una importante ruta comercial. «Es un gran acontecimiento para la apertura del Ártico», clamó el presidente ruso, VladÍmir Putin.

En lo que era su viaje inaugural, el Christophe de Margerie completó el trayecto entre los puertos de Hammerfest, en Noruega, y Boryeong, en Corea del Sur, en solo 19 días, lo que supone un 40% menos tiempo que la ruta tradicional a través del canal de Suez, según ha explicado la empresa propietaria del buque, Sovcomflot. El buque hizo una escala para cargar el gas natural en el puerto de Sabetta, en el mar de Kara (península de Yamal), y luego llegó sin contratiempos al puerto asiático.

Claro está que el Christophe de Margerie, nombre del exdirector ejecutivo de la petrolera francesa Total, muerto hace tres años en un accidente aéreo, no es un metanero cualquiera. Tras ser botado el 27 de julio en Noruega, enseguida empezó su singular periplo. Además de una capacidad de carga de 172.600 metros cúbicos de gas natural licuado (GNL), el buque fue concebido específicamente para resistir la navegación por un mar en parte helado -su casco reforzado le permite romper hielos de hasta 2,1 metros de espesor-y operar con temperaturas de hasta -52º.

Tiene además dos motores diésel que le confieren una potencia similar a la del gran rompehielos nuclear ruso Arktika, como destaca el fabricante, lo que le ha permitido efectuar el recorrido a una velocidad media de 14 nudos.

Estas características han llevado a Sovcomflot a considerar que el metanero podría hacer el viaje durante «todo el año». De hecho, los ensayos efectuados en enero y febrero en los mares de Kara y Laptev confirmaron estas posibilidades. Sin embargo, el recorrido por el Ártico no es por ahora tan ventajoso como podría parecer debido a los elevados seguros que se deben suscribir.

La ruta del Norte se abrió a la navegación comercial en el 2009, pero lógicamente no tiene aún un gran tráfico. En el 2016, por ejemplo, pasaron solo 16 mercantes, siempre con el apoyo de un rompehielos. Rusia, no obstante, es optimista y considera que el tráfico comercial podría multiplicarse por 10 de aquí al 2020.

La banquisa o capa de hielo flotante en el Ártico durante el mínimo anual, que suele alcanzarse a principios de septiembre, ocupa de media un 40% menos de superficie que hace 30 años. Tras el mínimo del año pasado, el dato más alarmante de las últimas décadas, este verano se espera una ligera recuperación, según las mediciones del Centro de Datos sobre Hielo y Nieve de Estados Unidos. La presente temporada se sitúa, por ahora, como la cuarta con menos hielo después del 2016, 2007, 2011 y 2012, pero todo indica que es una breve tregua y que el Ártico irá perdiendo cada vez más hielo. El Christophe de Margerie es el primero de una flota de 15 grandes metaneros que transportarán el GNL extraído en los ricos yacimientos de la península de Yamal, con unas reservas estimadas de 926.000 millones de metros cúbicos, hasta Asia. El proyecto en Yamal es propiedad mayoritaria de Novatek, el mayor productor independiente de gas de Rusia.

La fusión de los hielos del Ártico alimenta la explotación de los recursos del subsuelo por parte de los países ribereños y trae consigo un aumento de las tensiones políticas por el control de las aguas. También las asociaciones ambientalistas han expresado su preocupación por los riesgos que puede acarrear el aumento del tráfico en un ecosistema tan frágil como el Ártico.

Sovcomflot, no obstante, destaca que el Christophe de Margerie puede ser propulsado por el gas licuado que está transportando, lo que reduciría sus emisiones de óxido de azufre en un 90% y las emisiones de óxido nitroso en otro 80%.