El monasterio de Montserrat ocultó los abusos sexuales que cometió el monje Andreu Soler a finales de los 90, según ha relatado a este diario su víctima, Miguel Hurtado. Soler fue el fundador del movimiento scout de la abadía y fue su responsable durante 40 años. El monasterio, que llegó a pagar 7.200 euros de terapia psicológica para esta víctima, nunca denunció los hechos. Soler falleció en el 2008 y, un año antes, la abadía le rindió homenaje con la publicación de un libro con sus memorias, Escoltisme i Montserrat.

El portavoz de Montserrat, Bernat Juliol, admite los hechos con matices. Asegura que Soler «jamás confesó los abusos» y que no aparecieron «otras víctimas» que permitieran confirmar su relato. Niega asimismo que se actuara de este modo para disuadir a Hurtado de que denunciara el delito y mantiene que en todo momento trató de «ayudarle». En el 2016, Montserrat comunicó al Vaticano que existía esta denuncia y la Doctrina de la Fe respondió, según la abadía, que había obrado «bien». El Vaticano, no obstante, no se puso en contacto con Hurtado para averiguar su versión de lo sucedido.

Hurtado, de familia creyente, se convirtió en un noi de servei -el movimiento scout del monasterio- a finales de los 90. Un fin de semana al mes los menores pernoctaban en la abadía. Por las noches dormían en una residencia con habitaciones con literas. Allí es donde sufrió los abusos. Estos comenzaron cuando Hurtado tenía 15 o 16 años y Soler, 65 años.

«Soler me observó durante casi un año y cuando vio que estaba pasando una mala época, se acercó». Al principio quería quedarse con él a solas en lugares comunes, como el comedor. Pero un día se presentó en su habitación. De entrada, le habló de temas neutros: «familia, amigos, escuela... pero luego sacó temas sexuales». «Me subrayaba que no debía masturbarme... y al hacerlo también metía la mano bajo mi ropa interior y me decía que esto era malo».

Los abusos se produjeron puntualmente cada vez que subía a dormir, durante un año. El acoso fue en aumento, hasta que un día le «besó». «Comenzó en la mejilla y de ahí se fue hasta la boca y trató de meterme la lengua. Resistí apretando los dientes y dejando el cuerpo rígido».

Hurtado explicó lo sucedido a Josep Maria Sanromà y este, según le aclaró, lo elevó al abad Sebastià Bardolet. Sanromà le respondió diciendo que «le daría un toque a Soler». También le animó a no dejar de subir a pernoctar durante los fines de semana, algo que se negó a hacer. Soler no lo aceptó y comenzó a llamar a casa para convencer a su madre de que debía animar a Hurtado a volver a la abadía.

En el 2000 en Montserrat hubo cambio de abad: Bardolet fue reemplazado por Josep Maria Soler. Poco después, Hurtado cumplió los 18 años y comenzó Medicina. Ese año le explicó a su madre el verdadero motivo por el que había decidido dejar los scouts de Montserrat antes de tiempo. Tras averiguarlo, su madre envió una queja por carta al nuevo abad que manifestó tomarse «muy en serio» los «problemas» descritos.

empoderamiento / Años después, Hurtado acudió a la Fundació Vicky Bernadet, la única que existía entonces para tratar a las víctimas de abuso infantil. «Allí hice terapia de grupo» y, poco a poco, me fui empoderando». En el 2003, escribió «una carta al abad Soler». «Le detallé las secuelas que había sufrido y le pedí que pagaran mi tratamiento».

Esta vez, la carta la respondió el abogado de la abadía. Se citaron y Hurtado le contó lo sucedido. Después, acordaron que la abadía le entregaría a Hurtado 7.200 euros. De aquel pago, sin embargo, no debía quedar ningún rastro, así que se lo abonaron en tres cuotas en efectivo para pasar por debajo del radar de Hacienda. «Evidentemente, no me dieron ningún papel». Montserrat admite el pago y dice que fueron 8.600 euros, porque agrega el coste del abogado.

En el 2011, Hurtado descubrió que el monje, fallecido en el año 2008, había sido homenajeado con la publicación del libro Escoltisme i Montserrat. «Fue la última tomadura de pelo, porque sucedió tres años después de que hubieran accedido a pagarme la terapia», razona.

Hurtado visitó Montserrat por última vez en el 2015 para entregarle al abad un ejemplar del libro de Soler. «Lo cogió, lo observó y dijo que no tenía ni idea de que se hubiera publicado». También se comprometió a retirarlo de las librerías y destruir todos los ejemplares. Hurtado le devolvió los 7.200 euros. «Como comprenderá, ya no puedo aceptar este dinero», le dijo.

La abadía de Montserrat emitió dijo ayer que iban a «obrar con plena transparencia».