El entendimiento va a ser complicado. Veinticuatro horas del cierre de la cumbre contra la pederastia celebrada durante cuatro días en el Vaticano, las víctimas de los abusos sexuales de la Iglesia exigían ayer medidas tajantes e inmediatas. El Vaticano, que asegura también que quiere ser también rápido, instó a no olvidar el marco legal para castigar a quienes abusan de menores. Las dos partes están, ahora mismo, destinadas a no entenderse del todo.

Las asociaciones de las víctimas (Snap y ECA, representantes de afectados de más de 25 países) manifestaron ayer su «rabia y desilusión» por un encuentro, que en cualquier caso ha significado un hito para la Iglesia católica. «Los culpables tienen que ser inmediatamente echados de su ministerio y de la Iglesia», manifestaron las víctimas tras las conclusiones finales.

Frente a este balance más político, el balance eclesiástico, interno de la Iglesia católica, es más complejo, a pesar de que el coordinador del encuentro, el jesuita Federico Lombardi, haya anunciado que «en breve» se publicará un documento personal del Papa «para reforzar la prevención y el combate de los abusos». Ya ayer los organizadores del encuentro se reunieron con los responsables de los ministerios vaticanos afectados por el tema, que son el de la Congregación de la Fe, la del Clero, la de los Obispos, la de los Religiosos y la de Educación.

Además del documento de Francisco, saldrá también «en breve» un vademécum o guía, dirigida a los episcopados de todo el mundo sobre cómo comportarse en concreto frente a los abusos. Hace 10 años, Benedicto XVI dio un año de tiempo para elaborar una guía semejante, pero solo 26 diócesis de las 114 que hay en el mundo lo han elaborado.

La razón es que la mayoría de conferencia episcopales del mundo no están a la altura de la situción, como ha salido a relucir numerosas veces durante los cuatro días de cumbre. Muchos obispos, no solo los africanos y asiáticos, han oído por primera vez y en exclusiva los testimonios de las víctimas y han manifestado no tener idea del alcance de los abusos, que suman, según datos oficiales un promedio de 400 al año.

Frente a las prisas de las víctimas, los portavoces vaticanos explican que no se puede imponer a los obispos y a las conferencias episcopales una guía única, porque las leyes penales de cada país son distintas y un Papa, por muy jefe de Estado que sea, no puede imponerse a otros estados. Pero, por esta razón y para dar ejemplo, en breve el papa emitirá una ley para la pequeña Ciudad-Estado del Vaticano. En la misma se presentará un modelo real, por así decir, de cómo deberían actuar todas las conferencia episcopales del mundo. Dado que las conferencias episcopales no están todas en condiciones de afrontar los abusos, desde Roma se organizará lo que en léxico policial se llamaría un cuerpo especial contra la pederastia.