Los activistas desplazados a Roma para seguir a pie de calle la cumbre contra la pederastia del Vaticano protestaron ayer frente a la sede de la Confederación Benedictina para visualizar la falta de control del Papa sobre órdenes y congregaciones cristianas como los Maristas, los Jesuitas o los monjes de Montserrat. La asociación Ending Clergy Abuse ve una grave incongruencia que el encuentro contra los abusos sexuales se centre en obispos y sacerdotes y, en cambio, el Vaticano respete la autonomía de órdenes y congregaciones cuando eclosionan casos gravísimos de pederastia en su seno.

La sede de los benedictinos, escenario de la protesta, está en la abadía de San Anselmo, construida sobre un monte cercano al río Tíber al que suben los turistas para mirar por la famosa cerradura de los Caballeros de Malta, a través de la cual se distingue la cúpula de la basílica de San Pedro. Las víctimas de abusos cometidos por religiosos de órdenes y congregaciones trataron ayer de lograr lo contrario, que el Vaticano les mire a ellos.

ENTIDADES AUTÓNOMAS

El Papa ha ordenado investigaciones internas cada vez que ha estallado un caso de pederastia en diócesis católicas. Sin embargo, cuando los abusos se habían cometido en el interior de órdenes o congregaciones -salvo con los Maristas de Chile-, ha respetado su autonomía. En España los casos más graves se han registrado precisamente en el seno de estas comunidades: Maristas, Salesianos, Montserrat y Opus Dei. En todos ellos, el Vaticano ha guardado silencio.

El caso Maristas es el escándalo de pederastia más grave documentado en España -se saldó con una cuarentena de denuncias contra una docena de profesores de tres colegios de Barcelona y Badalona por abusos cometidos entre 1970 y 2010- y no ha sido objeto de ninguna investigación por parte del Vaticano, que sí se ha interesado por la derivada chilena, única excepción hasta la fecha. Los Maristas no han tenido que rendir cuentas ni ante el arzobispado de Barcelona ni ante la Conferencia Episcopal española. Porque tienen un superior general, con sede en Roma, que responde directamente ante el Vaticano. Manuel Barbero, el padre que presentó la primera denuncia contra el colegio, ha escrito diversas cartas al papa y no ha recibido respuesta alguna.

Actualmente hay una treintena de denuncias contra cuatro religiosos del colegio salesiano Deusto, en Bilbao. El Gobierno vasco ha pedido al Vaticano que investigue los hechos, consciente de que, de entrada, no va a hacerlo. Tampoco en el caso Gaztelueta, un colegio vasco perteneciente al Opus Dei, la Santa Sede ha movido ficha. «En realidad hicieron lo contrario», explica desde Roma Juan Cuatrecasas, padre del alumno que sufrió los abusos en este centro escolar. «Cuando la causa de mi hijo se archivó, el Vaticano mandó una carta diciendo que hacía falta limpiar el buen nombre del profesor. Pero después se reabrió y ahora ha terminado con una sentencia condenatoria de 11 años. El Vaticano esta vez no ha dicho nada», resume.

UNA CARTA

La sede escogida para la protesta de este viernes ha sido la de la Confederación Benedictina porque a esta pertenece el monasterio de Montserrat. Miguel Hurtado, que tras denunciar los abusos cometidos por el monje de la abadía Andreu Soler encendió una mecha que ha conducido a otras nueve víctimas del mismo pederasta, ha entregado una carta a los responsables benedictinos. En la misiva les pide que inicien una investigación apostólica de los hechos. También da 72 horas al abad de Montserrat, Josep María Soler, para que presente su dimisión por encubrir al monje Andreu Soler, fallecido en el 2008, quien fue objeto de un libro homenaje en el 2007, después de que el abad supiera por Hurtado que le había agredido sexualmente.

«En el vídeo se ve que el abad ha mentido. Públicamente ha dicho que en el año 2000 no fue capaz que de saber si mi acusación era cierta o no y en el vídeo -que grabó Hurtado con una cámara oculta en el 2015- se ve cómo me dice claramente que si me creyó y que castigó al monje Soler como un abusador y, a pesar de eso, no denunció los hechos».

En el mismo vídeo se observa también que el abad admitió que tuvo constancia «por comentarios y rumores» en los años 70 de que el monje Soler abusaba de chicos en una ermita.