El pasado fin de semana, en Sevilla, dos mujeres tuvieron que recibir atención médica por caerse del lugar donde se encontraban haciéndose un selfi. En el primer caso, una mujer de 50 años se cayó de la estatua ecuestre de Doña María de las Mercedes situada en el Paseo de Colón mientras se estaba haciendo un autorretrato. El domingo por la mañana, otra mujer de 36 años se precipitó desde un muro, también en el Paseo de Colón, mientras se hacía otro selfi: cayó desde una altura de tres metros al Paseo Marqués de Contadero. En ambos casos tuvieron que pasar por el hospital para descartar lesiones graves.

Sin dejar la capital hispalense, en noviembre del 2014, una joven polaca murió al resbalar cuando disparaba su objetivo mirando a cámara. Dio un traspiés y se precipitó desde una altura de siete metros al Guadalquivir.

Estos incidentes parecen ser casos aislados y extraños. Pero la verdad es que no lo son tanto. La web de periodismo de datos Priceonomics ha hecho público un estudio, que recoge datos hasta el pasado verano, y que señala que, desde el 2014, un total de 49 personas han fallecido en todo el mundo mientras se hacían un selfi.

Es más, los datos arrojan que España, en relación con su número total de habitantes, ocupa el segundo puesto en esta lista negra de fallecimientos atribuidos a selfis: dos desde 2014. Portugal, con una población de 10 millones de habitantes y cuatro muertes desde el 2014, ocupa el primer puesto.

Los países donde se han producido más muertes (pero mucho más poblados que la península, con lo que la media no es tan alta) son, por este orden, India (19 muertes desde el 2014), Rusia (7) Estados Unidos (5) y Filipinas (4).

La edad media de las víctimas por selfi es de 21 años y el 75% son hombres y eso que, estadísticamente hablando, las mujeres se autorretratan mucho más. Pero son ellos los más propensos a querer fotografiarse al borde de un precipicio o practicando cualquiera de los llamados deportes de riesgo. La mayoría de estas fotos que han tenido un desenlace desafortunado tiene que ver con caídas, ahogamientos o paso de trenes, ya sea por acabar electrocutados o por ser arrollados.

CORNEADO

Otro ejemplo llamativo fue el del hombre de 32 años que falleció al ser corneado por un toro en los encierros de un pueblo de Toledo, en agosto del 2015. Al parecer, pretendía grabarse a sí mismo con el móvil mientras corría delante de los astados, y al estar pendiente del móvil no se percató de que uno de los animales se le echó encima. Quizá intentaba emular al joven que, durante los encierros de Sanfermín, un año antes, se hizo un selfi a centímetros de un toro -los teléfonos móviles están prohibidos en los encierros-. Aquella imagen captada por un fotógrafo de la agencia Efe dio la vuelta al mundo por su espectacularidad.

Fuera de España, más de un turista ha muerto al precipitarse de una montaña mientras intentaba inmortalizar el momento, como el alemán que se cayó en el Machu Picchu en junio pasado, o el hombre que, en julio del 2015, murió al ser alcanzado por un rayo mientras usaba su palo-selfi. Al parecer, el artilugio atrajo el rayo que acabó fulminándole.