En la pequeña localidad somedana de Villar de Vildas, ganadora del Premio Príncipe de Asturias al pueblo ejemplar del 2004, apenas conviven 100 habitantes, repartidos en una treintena de hogares dedicados a la ganadería y, desde hace poco, al turismo. Ayer, sin embargo, parecían muchos más. Y eran más, sin lugar a dudas, porque gente de todo el concejo se acercó a la entrada natural del parque de Somiedo para vitorear al príncipe Felipe, pero sobre todo a su esposa, Letizia Ortiz.

Por primera vez desde que su creación, el Príncipe acudió a la conmemoración del pueblo ejemplar en compañía. Y se notó, porque centenares de vecinos se agolpaban para contemplar el paso de la pareja y, entre gritos de "guapa", hubo quienes preguntaron por su futura maternidad. "¿Para cuándo un pelayín? , dijeron, obteniendo sólo optimismo. Hasta unos patucos se llevó de recuerdo la princesa, que no dejó de interesarse durante toda la jornada por la multitud de niños y niñas que se dieron cita en el pueblo.

En el centro de la villa, Felipe recordó su primera visita al concejo, hace 15 años, cuando Somiedo fue declarado parque natural. "Os prometí a todos que regresaría. La concesión del premio a este pueblín de Villar de Vildas me lo permite", afirmó. Y sus palabras despertaron la emoción en el rostro de Letizia. "No puedo deciros con cuanta emoción ella esperaba este día para felicitaros por vuestros éxitos", destacó el Príncipe, entre aplausos. El punto final de la jornada fue una gran comida con la que los Príncipes y los somedanos cerraron una jornada histórica.

Más de 700 invitados degustaron un menú, basado en sabrosa carne y regado con vino tinto y, cómo no, con sidra asturiana. Con la curva descendente del sol, los Príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, abandonaron Somiedo entre el cariño y el agradecimiento de sus gentes.