Guillermo Fernández Bueno, el preso que fue detenido en Senegal tras no regresar de un permiso a la cárcel de El Dueso (Cantabria), utilizó para su fuga de España el pasaporte de un vecino de Torrelavega. Según ha podido saber EL PERIÓDICO, la policía ha identificado al verdadero propietario de la documentación, que no se había movido de su pueblo y aseguró a los agentes que su pasaporte había desaparecido de su furgoneta, que era donde solía guardarlo.

Fernández Bueno utilizó los datos y la fotografía de ese vecino para comprar un billete en el ferri Algeciras-Tánger el pasado 17 de julio, el mismo día que inició su huida. Junto a él, y con su documentación auténtica, viajaba su pareja, Elena Ruiz Sancho. Ambos se conocieron en la prisión, donde ella acudía como voluntaria, y mantienen una relación sentimental desde hace ocho años.

Fernández Bueno, que cumple 26 años y medio de cárcel por violar a dos mujeres y asesinar a una de ellas en Vitoria en el año 2000, será acusado de un delito de usurpación de la identidad, además de quebrantamiento de condena. Su mujer, Elena, aún no ha regresado a su pueblo, según confirmaron sus vecinos. Las primeras semanas tras la detención, ella optó por quedarse en Senegal. Allí pidió ayuda al consulado español, ya que, según explicó, no quería viajar conduciendo la furgoneta sola, con su perro, cruzando África.

Volver en avión

Las autoridades españolas la ayudaron entonces a buscar un hostal en el que vivir mientras resolvía los trámites. Sus planes pasaban por volver a España en avión y enviar su furgoneta en un contenedor, por barco. Una vecina que vive en la misma calle que Elena comenta a este diario que la mujer no ha vuelto a su casa. "Al menos, nosotros no la hemos visto por aquí, ni a ella ni a su perro, del que nunca se separaba". En cualquier caso, Elena es una mujer libre, la ley española no reconoce el encubrimiento en casos de parentesco.

El pasado 17 de julio, tras abandonar Cantabria y cruzar España de norte a sur, fue Elena Ruiz quien mostró su pasaporte para embarcar en el ferri de Algeciras hacia Tánger. La policía encontró su nombre en la lista de pasajeros cuando trataba de saber si ambos habían salido del país. Repasando la lista de viajeros, los agentes del área de Fugitivos de la Policía Nacional descubrieron que en ese mismo barco llegó a Marruecos otro vecino de Torrelavega.

Los investigadores averiguaron después que la pareja se detuvo "cuatro o cinco días" en Marruecos, dónde la mujer tenía algún contacto con una oenegé a quien habrían pedido ayuda sin éxito, por lo que continuaron su viaje hasta Mauritania. Allí fueron detectados por los equipos conjuntos de policías locales y españoles, formados para luchar contra la inmigración ilegal. La pareja siguió viaje hacia Senegal. En la frontera "más lógica, la de la costa", les esperaban para detenerlos, pero ellos siguieron una ruta de interior, más complicada y menos transitada, y lograron entrar a Senegal, recorriendo buena parte del país antes de ser localizados.

Abrazo en la frontera

Según apuntan fuentes de la investigación, cuando fue capturado por la policía senegalesa, en el paso fronterizo de Karang, hacia Gambia, Fernández Bueno se abrazó a su pareja antes de ser detenido y conducido a un centro penitenciario de ese país, donde continúa, a la espera de ser extraditado. Ha expresado su voluntad de seguir cumpliendo condena en España, según ha sabido EL PERIÓDICO, lo que podría acelerar su vuelta.

Fernández Bueno y Elena tienen poco más de 40 años y se conocieron en el 2009 en prisión, dónde él cumplía su pena y ella acudía como voluntaria. Poco después, se enamoraron y comenzaron una relación. Pronto, ella dejó de visitar a otros presos. Él empezó a estudiar un módulo de enfermería, comenzó una terapia psicológica de control de impulsos y se apuntó a un programa de rehabilitación para agresores sexuales. El del pasado mes de julio no fue el primer permiso del que disfrutó. Fuentes penitenciarias informan de que desde que empezó a salir, en el 2012, "había obtenido 40 permisos y siempre los había disfrutado con normalidad".

Fernández Bueno llevaba pidiendo el tercer grado (vivir y trabajar fuera de prisión) desde el 2014, pero se lo habían rechazado siempre, entre otros motivos porque no había cumplido los dos tercios de su condena. "Eso no iba a cambiar a corto plazo y él lo sabía, quizá por eso decidió jugársela y huir", opinan las fuentes consultadas por este diario. Lo cierto es que a pesar de su larga estancia en prisión, había dado pasos importantes en su relación con su pareja, según cuentan los vecinos de Elena: "Parece que se habían casado y que ella le había hecho una promesa. Le había dicho: 'Contigo me iría al fin del mundo'".