Casi ningún diputado sabía muy bien qué podría aportar al debate sobre el pacto educativo el exministro cuyo nombre pasará asociado a la ley más criticada de la historia. La comparecencia de José Ignacio Wert en la subcomisión del Congreso que analiza cómo salir del atolladero en el que éste metió al sistema educativo había sido pedida por el grupo de Unidos Podemos, seguramente por la capacidad del exministro de generar espectáculo.

El tirón mediático lo mantiene, es cierto, pero el hombre que dijo ser como los toros bravos, que se «crece con el castigo», pareció más bien un morlaco afeitado. El actual titular de la embajada de España ante la OCDE dejó para otro día sus frases para la historia y se concentró en defender su gestión sin margen para la autocrítica. Ésta la pueden ejercer en mejores condiciones los otros, vino a decir. Así derivó lo más negativo de su mandato, la caída de la inversión pública en educación en el 15%, a la crisis y a las decisiones de Hacienda. Pese a sus recortes de las becas, aseguró que su «preocupación mayor» y las negociaciones «más duras» que mantuvo al frente de su departamento las tuvieron como protagonistas, porque las considera el «ingrediente instrumental esencial» para la equidad.

Wert dedicó casi toda su intervención a repasar la mejora de todos los indicadores educativos desde que se hizo cargo de la cartera de Educación a finales de 2011 hasta su destitución, con especial incidencia en la reducción del abandono escolar temprano. Algo que varios portavoces aprovecharon para tomárselo como un elogio a la LOE, la ley anterior a la LOMCE de Wert, cuyos efectos aún no habían podido empezar a notarse durante su mandato. «No voy a entrar», respondió.

Fiel a su ideario, Wert defendió las evaluaciones, paralizadas por su sucesor, como herramienta para medir el rendimiento de los estudiantes pero también de los docentes del sistema; y dijo que estas pruebas crearon en su día «el malentendido mayor» en cuanto a su objetivo. Su autoestima sigue intacta a pesar del alud de críticas de todos los grupos. «A mi edad no me siento desacreditado por nada», respondió cuando se le inquirió en los pasillos por esta marcha atrás.