Descendiente de una ilustre saga de médicos (su padre es el doctor Bonaventura Clotet), Aina Clotet (Barcelona, 1982) estaba destinada a la ciencia hasta que la interpretación se cruzó en su camino y en el de su hermano, Marc Clotet. Su debut televisivo, casi por casualidad, en la telenovela de TV-3 Estació d’enllaç la encaminó a una profesión en la que ha encadenado títulos como Elisa K, El cor de la ciutat, Infidels, Gran Nord, Velvet colección y, ahora, la segunda temporada de Hierro, la serie de Movistar protagonizada por Candela Peña. La que no pudo engrosar su currículo fue Vida perfecta, después de la que se lió cuando Leticia Dolera prescindió de ella al conocer su embarazo. La polémica suscitó un gran debate social.

Su personaje en Hierro, Tamara, es una abogada que no tiene reparos en representar a quien sea. En su caso, a un empresario sin escrúpulos (Matias Varela) dispuesto a quedarse con la custodia de su dos hijas, menores de edad.

Le gusta mucho su trabajo y está dispuesta a hacer lo que sea para ganar sus casos. Es una mujer muy inteligente que sabe utilizar todas sus armas para lograr sus objetivos. Ahí ya entran juicios de moral que no quiero hacer, pero seguramente es capaz de saltarse ciertos límites.

Se mueve en un mundo de hombres peligrosos.

Se sabe mover perfectamente en esos terrenos peligrosos. Aunque, con el director, la abordamos como una mujer que está al límite de lo que había llevado hasta ahora. Seguramente no está acostumbrada a los niveles de Gaspar Cabrera (Matias Varela) y en algún momento desearía poder salir de ahí, pero ya es demasiado tarde.

¿No cree que es un personaje con el que es difícil empatizar por su forma de ser y a quien representa?

Es verdad que el personaje está muy enfocado en su parte profesional y hay poco espacio para la parte humana. Pero el director y yo intentamos darle, a la vez, humanidad y enseñar cómo le dolían ciertas actitudes y respuestas. Aunque quizá no se atreva a tomar el mando de algunas situaciones, ves una mirada de disconformidad en ella. Evidentemente, es una mujer con miedo y en algunos momentos no se atreve a tener la fuerza para encarar la situación como le gustaría.

Su lado más humano lo muestra cuando cuida de las dos hijas de su cliente.

Ahí están los pequeños detalles del personaje. Tamara no es su madre, es una mujer que no se quiere vincular a ningún nivel con ellas y mantiene cierta distancia y frialdad. Pero le sabe mal cómo están yendo las cosas y que las niñas tengan que sufrir y pasar por lo que están pasando. Aunque luego, cuando comience el juicio por la custodia, no tenga problemas en encararlo con todas las garantías que ella considera para ganar el caso.

La primera temporada de la serie fue un éxito. ¿Cuando rodaron la segunda sintieron presión por cumplir las expectativas?

Seguramente sí que la tuvieron los creadores y directores, pero también son un equipo superhumilde y supertrabajador que quería gozar del proceso de rodaje otra vez. Escribieron lo que les apetecía y fueron fieles a lo que querían hacer, que era abrir otras puertas y hacer otra temporada renovada, que aunque mantiene el espíritu fuera nueva.

Candela Peña ha confesado que ella no fue la primera opción para interpretar a la jueza Montes en Hierro. ¿Lo fue usted para hacer de Tamara?

¡Me encantaría saberlo! A mí, cuando me llamaron, mi hizo mucha ilusión participar en una serie como esta.

Esta segunda temporada vuelve a sorprender con unos cuantos giros de guion.

Los giros son importantes. Para mí, una de las claves de su éxito es que tiene el ritmo de los buenos thrillers y, a la vez, personajes que se pueden desarrollar. Es un thriller de autor.

Como a muchos rodajes, les pilló por medio la pandemia, lo que provocó un parón de varios meses por culpa del confinamiento.

La serie tiene ese plus especial. Me apetecía mucho conocer El Hierro, pero representaba un mes y medio allí, y además partido en dos. Y de golpe representaron cinco meses de mi vida instalada en la isla y generando una familia. Porque, de alguna manera, a la gente con la que nos confinamos la considero casi como una familia porque llegamos a compartir tantas cosas y en una situación tan complicada que nos unió muchísimo. Por eso, para mí, esta serie va a trascender siempre lo meramente profesional.

Después de cinco meses, conocerá todos los rincones de la isla.

Para mí es ya un hogar, un sitio que me acogió y me hizo sentir superbien. Los herreños son de lo más generoso y hospitalario. Ahora conozco a muchos de ellos y nos mandamos mensajes de voz, nos escribimos... La decisión de quedarnos allí fue dura, pero ahora mismo creo que fue lo mejor que pudimos hacer.

El confinamiento lo pasó en El Hierro, lejos de su casa de Barcelona, pero con sus dos hijos y su pareja el actor Marcel Borràs.

Me llevé a los niños porque me tocaban tres semanas de rodaje y el pequeñito ni andaba. Y coincidió que mi pareja venía para una semana y fue cuando pasó todo. Al estar en la isla, al principio hubo mucha confusión sobre si podíamos seguir rodando o no. El 90% del equipo se marchó y nosotros teníamos que tomar una decisión rápida, porque la isla cerraba las comunicaciones. Había que valorar los pros y los contras de quedarse en una isla que podía tener menos recursos si el virus entraba, y en aquel momento había mucho desconocimiento...

Y se quedaron.

Sí, y siempre me acordaré de una mujer maravillosa que tiene un restaurante y que nos acogió y fue como una abuela para mis hijos. Nos dijo: aquí tenemos aguacates, podemos pescar... Tenemos lo necesario para sobrevivir. Porque teníamos muy pocas cosas: una maleta para pasar allí 15 días, no llevábamos ni juguetes para los niños. Pero me imaginaba en el aeropuerto con mi hijo gateando y me pareció mucho más prudente quedarnos.

¿Se dio cuenta entonces de lo poco que realmente necesitamos?

Claro! La pandemia tiene muchas cosas duras, pero también ha servido para darnos cuenta de cómo hemos tratado el planeta y cuáles son los valores en la vida. Realmente necesitamos muy poco. El confinamiento depende mucho de cómo lo hayas vivido y con qué edad. Para mis niños, ha sido un regalo poder estar con sus padres todo el rato, porque a veces nos cuesta encontrar tiempo y la vida se te lleva por delante. Y para nosotros, como padres, también ha sido maravilloso poder compartir ese tiempo con ellos y darnos cuenta de cosas tan básicas como que con un palo del jardín te puedes inventar millones de juegos.

Usted debutó como actriz en una serie de TV-3 cuando era muy joven. La cogieron casi por casualidad, porque acompañó a su padre a una entrevista a la cadena. ¿Cómo fue?

Mi padre fue a hablar del VIH cuando el sida estaba en los momentos más duros y mi hermano y yo le acompañamos para ver cómo era la tele por dentro. Estábamos esperando y pasó un director de casting, Pep Armengol, y le preguntó que si queríamos hacer un casting mientras él estaba en la entrevista.

El casting era para Estació d'enllaç.

Sí. TV-3 fue pionera en las producciones de ficción dentro del estado, y Estació d'enllaç fue de las primeras. Para nosotros fue como un juego. Recuerdo que pasé un poco de vergüenza. Nos pidieron una improvisación y mi hermano fue muy rápido y dijo: vamos a pelearnos como ayer. Yo tenía 11 años y él, 13. Cuando llegamos a casa no se lo contamos ni a mi madre, porque no nos pareció importante. Pero después, a mí me llamaron para otra prueba de la serie y a Marc le salieron otras cositas. Al final, me cogieron para salir en 13 capítulos, y acabaron siendo cuatro años.

¿Hasta entonces nunca había pensado en actuar?

Nunca. Vengo de una familia científica, de cuatro generaciones de médicos. Mi madre también es médico y farmacéutica.

¿Pensaba seguir la tradición familiar?

Nunca lo sabré porque empecé a actuar muy pronto. Pero me gustan mucho las ciencias, es una profesión que me habría encantado. Lo que pasa es que elegí un trabajo con el que puedes descubrir mucho el mundo y entender muchas profesiones distintas. La decisión adulta de ser actriz la tomé en la universidad, cuando estudié Comunicación Audiovisual. Ya tomé la decisión de estudiar esa carrera porque tenía la intuición de que iba a apostar fuerte por la interpretación. Al final, la vida te va poniendo muchos trenes y, si hubiera dejado pasar el primero, seguramente lo hubiera cogido más adelante porque me hubiera dado cuenta de que me gustaba el teatro.

Estudió Comunicación Audiovisual y, de hecho, dirigió un cortometraje, Tiger, que estuvo nominado al Premi Gaudí. ¿No piensa repetir?

Sí, estoy escribiendo cosas. Estoy con un proyecto que espero que sea mi primer largometraje, que produce Ikiru Films. Ahora estoy en el momento de desarrollo de guion, en total fase creativa. Estuve en Abycine el Festival Internacional de Cine de Albacete y me dieron un premio de desarrollo de proyecto. Cuando tenga todo el material lo intentaremos levantar.

En el corto aparecía embarazada de su primer hijo. Su segundo embarazo estuvo marcado por la noticia de que Leticia Dolera había prescindido de usted para la serie Vida perfecta cuando supo que esperaba un hijo. ¿Cómo vivió la polémica?

Ya dije todo lo que tenía que decir en su momento. Prefiero no hablar más de ello.