Lleva 10 años al frente del programa Hora 25 en la SER, encargo que aceptó con orgullo por ser la primera mujer que lo dirigiría. Ahora encara una nueva temporada en ese espacio sin perder las ganas, porque la actualidad no se lo permite. En su larga carrera, Àngels Barceló (Barcelona, 1963) ha tenido el privilegio de dar en directo noticias tan trascendentales como el atentado del 11-S en Nueva York y el fin de ETA.

—Tras 10 años al frente de Hora 25, ¿cómo afronta la temporada?

—A estas alturas, o la coges con ganas o mejor te retiras. Y yo la cojo con ganas, porque la actualidad tampoco te deja bajar el ritmo.

—La ha comenzado hablando de másteres y hasta de una dimisión.

—He hecho un máster en másteres. Y ha sido una sorpresa, porque pensaba que el inicio sería muy de Cataluña. Pero la temporada pasada ni imaginábamos que contaríamos la moción de censura y el cambio de Gobierno. Y hemos arrancado esta con la dimisión de una ministra, que aquí no es algo corriente.

—Se declara una catalana «desolada».

—Yo no lo he escondido nunca: no soy independentista. Sí he pensado siempre que a través de una votación es más fácil resolver este problema, pero siempre siguiendo unas normas: las que marca el Estatut.

—Como catalana en Madrid, ¿se siente más en el punto de mira?

—Siempre he tenido la sensación de que he tenido que explicar muchas cosas muchas veces. Aunque siempre me he sentido cómoda, acogida... No he tenido ningún problema personal por ser catalana. Lo que pasa es que ahora no entiendo lo que pasa y me está costando explicarlo.

—¿Hay más prejuicios hacia los medios de comunicación ahora?

—Es que la gente solo quiere escuchar a quienes opinan como ellos. En toda España, ¿eh? En la SER, hay pluralidad de opiniones, y a quienes me dicen desde Cataluña «yo ya no escucho la SER», les digo que se pierden la posibilidad de escuchar a otra gente, algo que enriquece...

—Por su franja horaria, ‘Hora 25’ tiene que competir con la tele.

—Sí. Yo a los oyentes les digo: «Plantéate si prefieres sentarte delante de la tele y consumir lo que te echen o buscar la radio en el dial». Un rato de radio que te ofrece tranquilidad, la posibilidad de hacer una reflexión...

—Sorprende ese público tan fiel.

—El oyente de Hora 25 es de una fidelidad absoluta. Hay que agradecerles uno a uno que nos escuchen.

—¿Da vértigo bajar del millón?

—Hemos bajado del millón de oyentes un par de veces. Claro que da vértigo. Pero no es porque la gente se haya ido a la competencia, sino porque deja de escuchar esa franja. La gente no siempre pone el transistor a la hora, sino que tiene diferentes maneras de consumir la radio. Igual debemos plantearnos otra forma de medir los consumos o hacer otros programas.

—¿Prima más el dato de audiencia?

—Yo dejé la tele porque no soportaba esa presión. Me obligaba a hacer unos informativos con los que yo no estaba de acuerdo: pensando en la audiencia y no en la información. Y yo soy periodista. En la radio, las mediciones son cada tres meses, por lo que no vivimos pendientes del dato.

—¿Tiene plan B si le despidieran, como a Gemma Nierga?

—[Ríe] Los contratos finalizan y la empresa es libre de renovártelo, pero la sorpresa siempre te llega. ¿Mi plan B? Cumplo 55 años. Igual algo relacionado con el periodismo o dedicarme a otras cosas. Incluso parar un tiempo.

—¿Un programa en la tele?

—No me interesa especialmente la tele. Además, ahora mismo no hay ningún espacio en el que yo pudiera sentirme cómoda haciendo lo que yo sé hacer, que es periodismo. ¿Y cuántas mujeres de 55 años están al frente de un programa en la tele?

—Ha dado noticias trascendentales. ¿Cuál le gustaría dar?

—Me gustaría dejar de hablar de Cataluña por el hecho de que todo se haya normalizado. Y de refugiados... Durante años, tuvimos una respuesta recurrente: el fin de ETA, y yo la pude dar en directo una tarde de octubre.