Durante dos temporadas ha sufrido la separación de Iñaki de su amada Carmen, porque ha supuesto la de Joan Plazaola de su queridísima María León. Por eso, y porque se introduce un punto feminista que le reconforta, el actor (Guipúzcoa, 1982) ha disfrutado con esta quinta temporada de Allí abajo más que nunca. Y mientras ha dado vida al chef vasco, no ha parado: ha hecho cine, teatro y ha asomado la nariz por Zapeando.

-Hace cuatro años, en el estreno, un compañero le preguntó: «¿Le gustaría trabajar en la serie durante cinco años?». Dijo que sí.

-Miras para atrás y ves todo lo que ha pasado en estas cinco temporadas, cuatro años, y lo tomas como un regalo. Además, esta temporada ha sido especial. La otra acabó con la espada de Damocles de que la serie acabara. Y entonces no fue asÍ y dio un giro: ha entrado gente nueva y los veteranos les hemos recibido con los brazos abiertos y ellos nos han ayudado a recuperar ese espíritu del principio y a renovar ilusiones.

-Y la serie se ha modernizado.

-Estamos frente a un Allí abajo 2.0 por muchos motivos. Para empezar, el formato, que cambia sensiblemente, porque menos de 50 minutos es mejor para todos. Y es que hay que reconocer el mérito de los guionistas, que llevan cinco temporadas haciendo cada semana una película corta. Porque el formato de 70 minutos es muy difícil. Y yo, que escribo, aunque no ejerzo, creo que es de un mérito increíble. Con el formato de 50 minutos pueden respirar. Y el resultado es increíble.

-Y es bueno para el espectador.

-Sí. Y yo sería aún más drástico: la dejaría en 25 minutos, al tipo americano. Pero hay condicionantes que no permiten que el formato sea tal, a no ser que sea una plataforma como Movistar o Netflix.

-No es el único cambio...

-No. Al telespectador vamos a cogerlo y llevarlo por una montaña rusa. Se tendrá que agarrar fuerte al sofá. Porque esta temporada tiene más focos que nunca y más tramas. Algunas actuales y modernas, y eso nos gusta. Y un punto de vista feminista. Algo necesario, no por obligación, porque el feminismo no debe serlo. Con lo que veremos a una Carmen independiente, trabajadora, luchadora, que lleva el dinero a casa….

-Y a un Iñaki amo de casa.

-Sí, con su pequeña Elaia, que yo, Jon, echaba mucho de menos. Porque en la otra temporada separaron a Iñaki y Carmen, y sufrimos tanto... No como Carmen e Iñaki, sino como María y Jon. Decíamos: «¿Cuándo grabas tú? ¡Es que no nos vemos!». Y esta temporada hay un nuevo feed back, porque hemos grabado más juntos. Además, yo echaba de menos que Iñaki estuviera más tiempo con su hija. Corría el peligro de quedar como un padre despreocupado, cuando he sido el yerno de España. ¿Quieres niña? Toma niña.

-Y toma niño. Así, de sorpresa.

-Sí. De Gotzone. Se llama Jon, lo que para mí es un guiño precioso. Y por fin llega lo que tanto reclamaban las redes sociales: la reconciliación con Carmen. Es que no podía poner una foto en las redes que no fuera con María León, porque se me echaba encima todo el mundo.

-Ya son como de la familia.

-Es algo maravilloso. Pero esto no pasa porque la gente no sepa separar la realidad de la ficción, sino porque se involucra hasta el punto que siente como suyas las historias.

-¿Qué enamora a Iñaki de Carmen?

-Prácticamente lo mismo que enamora a Jon de María. Para mí María León es muy importante. Empezó siendo compañera, maestra y ahora es amiga. Admiro su personalidad, porque es una mujer con todas las letras: con carácter, luchadora, independiente... Una mujer de hoy en día. Y a Iñaki, lo que más le gusta de Carmen es eso. En las mujeres es lo que más valoro. Tanto Carmen como María lo cumplen. María se ha ocupado de hacer de Carmen una mujer como tal. En la ficción mundial nos habíamos acostumbrado a contar las historias desde un punto de vista masculino y eso ha cambiado.

-¿Mala época para el humor?

-Las aguas vienen turbulentas. Tienes que tener mucho cuidado con lo que dices. Los bufones se crearon para reírse del poder y dar alegría al pueblo. Y ahora los bufones están siendo censurados por el pueblo.