En los rigores del estado de alarma, solo Pedro Sánchez logró crestas de audiencia superiores a las suyas. Hubo 'sálvames' -los de sacar punta al 'Merlosplace' y al culebrón del 'superviviente' José Antonio Avilés- que engancharon a 2,8 millones de confinados (algunos con másteres). Pero no es por eso que Jorge Javier Vázquez (Badalona, 1970) tiene la autoestima-"por primera vez"- en su sitio.

-Muchos han hecho tele por Skype y usted, con un ictus a la espalda, a plató.

-El covid me ha pillado muy entrenado. El miedo a lo desconocido y a la muerte ya lo viví con el aneurisma, las dos operaciones y la depresión que sigo tratando con una pastilla al día.

-¿No le parece suficiente?

-Llevo una vida sin preocupaciones. No soy padre, no tengo cargas familiares y un matrimonio que vive en casa se ocupa de hacerme la existencia muy agradable. Me concentro en el trabajo.

-Lo que le causó el ictus, ¿no?

-Pues no. Me dijeron que podía ser algo congénito. Además, la vida tiene peligro. Querer tenerlo todo bajo control es un pasaporte a la infelicidad. Llegará la muerte, pero mientras estemos aquí hay que convivir con la incertidumbre. Cuando empezó todo esto, sentí que mi obligación era estar ahí.

-Como los sanitarios.

-'Sálvame' empezó en la anterior crisis económica y durante muchos años fuimos la distracción de quienes no tenían otra. Esta vez, con la gente inmovilizada en casa, queríamos ser un contrapeso de las malas noticias.

-Un contrapeso de... ¿cizaña?

-La apertura de una ventana al absurdo. Muchos se han partido de la risa al ver a Belén Esteban haciendo unas croquetas o a Anabel Pantoja dando clases de gimnasia.

-También usted se ríe de ellas.

-¡En absoluto! Les tengo el máximo respeto. Si brillan ellas, brillo yo.

-Echa gasolina a las emociones.

-Antes yo era un cotilla de los grandes personajes, ahora me atrapan las emociones. 'Sálvame' es un Galdós televisado: hay amor, traición, infidelidad, deslealtades.

-Se le ve empoderado.

-Estoy en el mejor momento de mi vida. Y no pensaba que llegaría a decir esto.

-¿No? ¿Por qué?

-Después del ictus se desató la depresión. Todo me remitía al fin. Veía que la vida ya no me podía ofrecer nada, que la sorpresa ya no iba a existir. Pero el confinamiento me ha hecho darme cuenta de que por fin me llevo bien conmigo mismo. Han sido muchos años de no soportarme. Por primera vez tengo la autoestima en su sitio, que en mi caso no es creerme más sino no creerme menos.

-¿Dónde estaba el atasco?

-He estado años peleándome con lo que significaba mi trabajo. 'Aquí hay tomate' me pasó una factura tremenda que me costó años superar. Coincidió con el nacimiento de los foros de internet. El programa arrasaba en las sobremesas y yo creía que la audiencia me legitimaba, pero lo que leía luego en los foros era demoledor..

-Y por cargar contra Vox en 'Sálvame' le han llamado "líder de la izquierda televisiva".

-No quiero ser líder de la izquierda, quiero volver a mi Rociito. Ahora bien, sé lo que pienso y no estoy dispuesto a consentir que se pongan en duda nuestros avances y nuestras luchas. No sé qué va a pasar cuando estemos todos en la calle.

-¿Teme por su integridad?

-[Ríe] Tendré que hacer una desescalada más gradual. Me inquieta lo que pasará con este país. Hay muchos más franquistas de los que pensábamos. Y la división no desaparecerá. Habrá que acostumbrarse. Suerte que nos beneficia el buen tiempo.

-En julio cumple 50.

-Nunca he celebrado mi cumpleaños, pero ahora pienso hacerlo de la manera más hortera posible. Al tener un padre muy exigente, toda mi vida he tenido un sentido de la responsabilidad desmesurado. Tengo ganas de pasármelo bien sin sentido de culpa.

-¿Qué necesita para pasarlo bien?

-Siempre he querido tener novio y eso me ha llevado a suspirar por tíos con poco fuste. ¡Con el tiempo que les dediqué podría tener la carrera de piano! Ahora no quiero perder el tiempo. Quiero rodearme de gente que me produzca alegría. Si lo encuentro bien, y si no, ya lo he vivido en su máximo esplendor.

-¿No tiene reparaciones menores pendientes?

-No. La tragedia del adolescente homosexual de barrio obrero se ha difuminado. Estoy encantado de ser gay porque me ha hecho mucho mejor persona.