Ruth Díaz (Reinosa, Cantabria, 1975) es una de las diez incorporaciones que se han sumado al reparto de la serie Vis a vis, cuya tercera temporada estrena esta noche la cadena de pago Fox (22.00). Tras triunfar el año pasado en el Festival de Venecia y los premios Feroz por su papel en Tarde para la ira y ser nominada a los Goya por ese mismo trabajo, la actriz se mete ahora entre rejas para dar vida a Mercedes Carrillo, una concejala condenada por corrupción urbanística.

-Su historia parece sacada de un Telediario.

-Sí, porque estos casos abundan. Mercedes, mi personaje, es la concejala de Urbanismo del Ayuntamiento de Leganés, en Madrid, donde desarrolla una vertiginosa carrera, pero donde también se dedica a hacer adjudicaciones ilegales. Un buen día me detiene la UCO y, después de pasar por un juicio, soy condenada a cuatro años de cárcel por cohecho y prevaricación.

-Y su vida da un giro de 180 grados.

-Soy la pardilla de la cárcel porque nunca me he visto en una igual. En la calle mantenía una vida muy desahogada y ahora me veo encerrada junto a peligrosas presidiarias que van a querer aprovecharse de mi debilidad. Dos años después de ser encarcelada me conceden el tercer grado, pero lo que parece que va a suponer un alivio, ya que al fin voy a poder reunirme con mi hija, se va a convertir en un calvario, porque la mafia china que controla la prisión querrá utilizarme como enlace para seguir con sus trapicheos en el exterior.

-¿Cómo es el aterrizaje en una serie que ya cuenta con un rodaje anterior? ¿Se ha sentido extraña?

-No, porque aquí hay una energía muy especial que en seguida se contagia. Ese detalle me sorprendió mucho cuando llegué. También influye el hecho de que todas seamos mujeres. Hay una hermandad muy femenina entre todas, muy de contárnoslo todo, siempre mostrando los sentimientos hacia afuera. Las mujeres solemos decírnoslo todo a la cara y eso nos ayuda bastante para entendernos bien.

-Casos de corrupción hay muchos, pero mujeres que entren a la cárcel por esto son menos frecuentes. ¿Teme que eso pueda restar credibilidad al personaje?

-En realidad, concejales varones en la cárcel tampoco hay muchos. En este caso, la corrupta tenía que ser una mujer porque la cárcel es femenina, pero aquí lo importante son las historias humanas, no el género. Somos mujeres, pero podríamos ser hombres, transexuales o lo que fuera, y esto es lo verdaderamente novedoso de Vis a vis.

-¿A qué se refiere?

-A que sí, todas las protagonistas somos mujeres, pero la serie no explota el sexismo ni pone el foco donde siempre se ha puesto a la hora de mostrarnos. No muestra a las mujeres de forma morbosa ni buscando atraer miradas por ese lado, sino que va a otro sitio, lo cual es muy de agradecer.

-¿Resulta más cómodo trabajar así?

-Más interesante, básicamente. Eso no quiere decir que no haya pudor. Si hay que enseñar el cuerpo, se enseña, pero no desde el punto de vista desde el que suele enfocarlo la ficción. Aquí no somos objetos sexuales, y eso lo notamos desde la primera toma. Por otro lado, es un orgullo y un placer trabajar con tantas mujeres. De entrada, porque es algo que no suele ocurrir, y ya va siendo hora de que ocurra más frecuentemente.