La sugerencia de 'Omitir introducción' alcanza tonos de herejía en el caso de 'Dark', cuyos créditos iniciales son una sucesión de imágenes fascinantes (cuerpos, formas, paisajes doblándose sobre sí mismos) al son de la hiperbalada 'Goodbye' de Apparat con Soap&Skin.

No es el único acierto sonoro de la serie. La música compuesta por Ben Frost (ya autor del 'score' de 'Fortitude') es un ingrediente esencial de la pócima hipnotizadora de 'Dark'. Son esos grandes pasajes de 'dark ambient'. Esas oleadas de cuerdas hirientes a cargo de la Sinfonietta Cracovia. Esa canción de cuna pesadillesca, la que suena en el búnker donde los niños son sometidos a un prototipo de máquina del tiempo. Misteriosamente, el excelso trabajo de Frost todavía no se puede localizar en formato físico ni en las plataformas digitales; lo único disponible 'oficialmente' es una suite de seis minutos colgada por el artista en YouTube.

En la última década, desde el impacto de la música de Reznor & Ross para 'La red social', no han sido pocos los artistas de la órbita electrónica / experimental que han encontrado una segunda fuente de ingresos (e incluso una vocación soterrada) en la composición para cine y series. En este último apartado, destacan las aportaciones de Kyle Dixon y Michael Stein (dos cuartas partes del grupo synth SURVIV E) a 'Stranger things'; Geoff Barrow (de Portishead) y Ben Salisbury a 'Black mirror' o 'Hanna'; Johnny Jewel (Chromatics, etcétera) a la resucitada 'Twin Peaks', o, más recientemente, la violinista Hildur Guðnadóttir (colaboradora del añorado Jóhann Jóhannsson) a 'Chernobyl'.

Incluso producciones sin claras ansias de innovación pueden tirar, ahora mismo, de música más o menos atípica. Es el caso del drama 'teen' 'The society', musicado no por un artesano cualquiera, sino por Daniel Hart, antiguo miembro de la banda de St. Vincent y exquisito compositor de 'A ghost story'.