Malena Alterio (Buenos Aires, 1974) es una actriz con una gran vis cómica, tal como demuestra en Vergüenza, comedia pasada de vueltas, pero que le está dando premios como el Feroz. Y trabajo: Movistar+ ya emite la segunda entrega.

-¿Qué destaca de esta nueva temporada de ‘Vergüenza’?

-La vida sigue avanzando para Jesús y Nuria. Y ese deseo que tenía ella de ser madre y de formar una familia se va a hacer realidad por partida doble, porque además del niño que van a adoptar, que se llama Yusuf y es africano, se queda embarazada. Por un lado, están felices porque su deseo se ha cumplido, pero por otro se encuentran con toda una serie de problemas inherentes a su nueva condición de padres. Por eso esta segunda temporada abre todo un nuevo universo que tiene que ver con los hijos, el colegio, el modelo de padres que a ellos les gustaría ser y que no son… En ese sentido se plantean varios tipos de padres, los perfectos e ideales y otros que son unos gañanes.

-Y su personaje, Nuria, adquiere una mayor presencia.

-Le pasan cosas muy gordas que hacen que su vida dé un giro de 180 grados. Desde el primer capítulo se produce un acontecimiento fuerte y poderoso que desestructurará todo su mundo, a lo que hay que sumar la maternidad y que ella comienza sin darse cuenta a mimetizarse con su pareja. Así que las meteduras de pata no son solo las de Jesús, sino que Nuria se suma a esa incapacidad que tiene él de relacionarse de manera normal con las personas. Así que cuando ella intente arreglar las cosas, lo único que conseguirá es enmarañarlas aún más.

-Y también comienza a cuestionar a Jesús.

-En lo que se refiere a la paternidad, no a la pareja. ¿Qué rol tendrá a partir de ahora cada uno de ellos en su pequeño microcosmos? Ser padre te resitúa no solo en el mundo, sino también en la intimidad. Así que Nuria le va a exigir mucho más a Jesús. Además, habrá un desencuentro sexual entre ellos. A lo largo de los seis capítulos no se terminan de encontrar en ese sentido. Pero sí es cierto que ella está más reivindicativa, más poderosa.

-La maternidad y la paternidad están presentes, pero la serie no se centra exclusivamente en ese aspecto.

-Solo lo que le pasa a Nuria en el primer capítulo (que tiene que ver con su madre), da para cinco temporadas. Y aquí se tenía que contar eso y mucho más en seis capítulos. Pero no, no se han querido centrar exclusivamente en los problemas que genera tener un bebé, porque para eso está la serie de Berto Romero, Mira lo que has hecho, que es fantástica y sí que ahonda en todos estos factores. Yo creo que Vergüenza está enfocada hacia otro lado. Que eso está presente, no es que sea anecdótico, pero el foco y la tensión no está puesta ahí.

-¿Dónde estaría entonces el foco de esta serie?

-En la dificultad que tienen Jesús y Nuria de ser normales. De entenderse y comunicarse socialmente porque son torpes. Contado siempre desde el humor y la incomodidad. La serie adquiere sentido desde ese punto de vista, a través de los silencios que generan malestar.

-¿Qué temas delicados aborda esta temporada?

-Se habla del racismo, del sexo, del complejo de Edipo... Es muy fuerte esto último. Pero eso me gusta, porque hay una gran libertad a la hora de abordar esos temas, que son muy sensibles, pero que nos provocan risa. No sé si a la gente le ofenderán, a mí desde luego no. Es igual que Los Simpson, que pueden ser muy transgresores, pero no me molesta que lo sean. Estamos en un momento de demasiada susceptibilidad que no entiendo, no comprendo nada de lo que está pasando. Creo que hay algo que no nos cuentan y que lo que quieren es que miremos para otro lado, porque me parece ridículo que haya tanta animadversión a la comedia y que la gente esté tan ofendida por todo.

-¿El humor se está volviendo un arma incómoda?

-Sí, pero por otro lado, pienso: «Bueno, eso es que está funcionando». Cuando algo escuece es que algo está tocando. La misión de la comedia estaría en su punto óptimo. Prefiero pensar en positivo, pero creo que en muchas cuestiones vamos hacia atrás.