Detrás de una gran mujer puede haber otra gran mujer. Vicky Jones ha acompañado a la gran (o mejor dicho, enorme) Phoebe Waller-Bridge durante todas las primeras etapas de su explosión creativa de estos últimos años. Cofundó con ella DryWrite, la compañía teatral conocida por sus veladas escénicas de guerrilla y, después, un pequeño monólogo llamado 'Fleabag', dirigido por la propia Jones; en la primera temporada de la versión serie, ella editó los guiones, como ya había hecho en 'Crashing', primera creación televisiva de Waller-Bridge. Cuando ésta recibió el encargo de adaptar la saga Villanelle para 'Killing Eve', Jones fue parte del equipo de guionistas.

Jones es reputada dramaturga y directora teatral, pero en el ámbito televisivo ha vivido un poco a la sombra de su mejor amiga. Algo que cambiará cuando el mundo disfrute de 'Run', la serie creada por Jones que HBO estrena este lunes, día 13. Las amigas no se han distanciado, solo cambiado de roles: Vicky es ahora la jefa; Phoebe, una productora y actriz invitada, la gran mujer detrás de otra gran mujer.

Mensaje de texto de auxilio

La premisa de 'Run' puede ser, según se mire, frustrante o liberadora. ¿Una serie sobre dos examantes que lo dejan todo y salen corriendo? ¿En esta economía? Pero igual necesitamos eso, historias de escapismo con gente carismática, sueños de libertad bien filmados, antes que nuevos recordatorios de miserias de encierro. Cierta broma sobre mangos de puerta y gérmenes no hace la gracia prevista, pero, por lo demás, 'Run' tiene bastante de tónico reconstituyente.

Decimos 'bastante' en lugar de 'muchísimo' porque esta escapada no es tan rosa ni sexi como sus personajes sueñan en un principio. Hace quince años, Ruby (Merritt Wever) y Billy (Domhnall Gleeson) hicieron un pacto: de verse encerrados en vidas anodinas, se enviarían un mensaje de texto que dijera, simplemente, "CORRE", y eso harían, correr, recorrer juntos Estados Unidos en busca de una vida menos corriente.

En mitad de un momento tan anodino como cualquier otro de su vida de ama de casa, poco después de recoger su nueva esterilla de yoga, Ruby recibe ese "CORRE", y entre esa propuesta de aventura y la última petición de su marido (que esté en casa para que puedan traerle unos altavoces nuevos), elige la aventura. Se suelta el pelo, coge el primer vuelo a Nueva York y se planta en el lugar elegido a la hora apropiada.

En el principio, es como si nada hubiera cambiado entre Ruby y Billy, sobre todo para bien: vuelven la química, la complicidad y la comodidad para hacer el ganso. Pero la realidad (a veces oculta) se entromete en su periplo sexi. Lo que empieza como eléctrica fuga a mediodía se torna poco a poco, sin remedio, en algo más agridulce, melancólico y oscuro; siempre diabólicamente entretenido.

Otra mujer muy humana

Los protagonistas de 'Run' hacen un experimento de historia contrafactual con su propia vida: ¿y si hubiera seguido con esa persona en lugar de haber roto con ella? ¿Mi yo de la treintena podría seguir manteniendo la vitalidad que tenía en la universidad? Jones habla de la serie como "una especie de realidad virtual, una experiencia de visionado experiencial": aquí está lo que podría pasar, queridos espectadores, si realmente enviarais ese mensaje a cierto o cierta ex durante una borrachera.

Es fácil querer huir con Ruby o con Billy. Ella es, como las heroínas de 'Fleabag' y 'Killing Eve', una mujer complicada, contradictoria, muy humana, de la que no se esconde su apetito e iniciativa en materia sexual. La antaño eterna secundaria Wever se deleita y brilla como verdadera protagonista, al fin. Billy es un gurú vital sin rumbo en la vida, mejor arreglando a los demás que a sí mismo. Gleeson conquista como atribulado galán de romcom tras haber tratado de defender, en vano, las inconsistencias dramáticas y conceptuales de 'Una cuestión de tiempo'. Juntos, Wever y Gleeson son pura dinamita verbal, física, emocional.

Lo que ha conseguido Jones con 'Run' no es poca cosa: básicamente, dar una sacudida eléctrica, oscura y brillante, a un género, la comedia romántica, que no pasaba precisamente por su mejor momento. La directora Kate Dennis se luce componiendo planos, sobre todo durante el arranque de la fuga o, más tarde, ese trayecto en barco por Chicago. Es una serie importante a todos los niveles, aunque quizá por ser comedia y briosa y relativamente ligera, no se verá o valorará lo suficiente. Eso sería una tragedia.