Durante diez temporadas en los años 90, la serie Sensación de vivir, consiguió algo bastante improbable, que millones de espectadores se identificaran con una pandilla californiana de adolescentes megarricos instalados en una vida de privilegio, mansiones y descapotables. Probablemente ayudó que fuera una de las primeras series centradas en unos chavales de instituto y que en España la emitiera Tele5 coincidiendo con el debut de los canales privados.

Ninguno de sus personajes tenía particular hondura, pero Darren Star y Aaron Spelling lo suplieron enredando sus vidas con asuntos cercanos al común de los mortales como la búsqueda de la identidad, los líos amorosos, los escarceos con las drogas o el acoso escolar.

La generación que hoy ronda los 40 se comió el arroz a la cubana pegada a aquella serie con trama serpenteante de culebrón de pubertad. Y las carpetas del cole se llenaron con las pegatinas de los protas. A todos ellos va dirigida la enésima secuela de la serie. Fox estrenó este miércoles en EEUU el primero de los seis capítulos de BH90210. En el reboot están todos los principales protagonistas salvo Perry, fallecido en primavera a causa de un derrame cerebral y al que se honra en el estreno con varias menciones, guiños y créditos finales.

La nueva serie no recupera las vicisitudes de los personajes dos décadas después. La extraña mezcla es una metaficción centrada en la vida de los actores que interpretaron el producto original, con una parte de reality y otra de ficción. Todo empieza con la reunión de todos ellos en Las Vegas para celebrar con una rueda de prensa los 30 años del inicio de la serie original, con un punto picante que mantendrá entretenidos a los antiguos fans.