-‘Código final’ se suma a la extensa oferta de concursos que hay en la tele por las tardes. ¿No hay una saturación en ese horario?

-También hay muchos monologuistas y cada uno hace su trabajo lo mejor que puede. Lo que no tenemos es que ofrecer lo mismo, porque, bajo la denominación de concursos, hay todo tipo de opciones de entretenimiento. Nosotros vamos al público de La 2 al que le gustan los contenidos generales de cultura e intentamos diferenciarnos también en que el entretenimiento sea más divertido, que no sea solo pregunta y respuesta, sino que fluya sobre el sentido del humor.

-Por eso le habrán cogido a usted.

-Sí, después de otras opciones mucho más caras [ríe].

-‘Código final’ va en La 2, que ofrece también el concurso más veterano de ‘España, Saber y ganar’.

-Es el concurso en mayúsculas. Es muy complicado crecer a la sombra de Saber y ganar. Pero miramos la parte positiva y nos beneficiamos del conocimiento que tiene la casa de ese concurso, porque tenemos en el equipo a gente que viene de Saber y ganar. ¡Ojalá llegáramos a la diezmilésima parte de la calidad y el éxito de ellos!

-¿Se imagina tantos años en este programa como Jordi Hurtado?

-Seguramente no aguantaría tanto porque soy un culo inquieto y me gusta mucho cambiar de proyecto. Enseguida me meto en fregaos nuevos. Además, lo importante es el producto en sí, por delante de personalismos.

-A usted le llaman el humorista ilustrado. ¿Propone preguntas para su concurso?

-Es aún peor, he detectado fallos en las preguntas. Soy muy devorador de todo tipo de cultura, de la humanística, de ciencia y tecnología… Y eso hace que disfrute el doble con este programa, tanto como profesional haciendo tele, y pasándolo bien como humorista, como porque yo también estoy compitiendo con esas preguntas. Así que trabajo muchas veces sin mirar las respuestas. Eso hace que sea un concurso que no está encorsetado, sino que está pasando de verdad, está vivo.

-Ha acabado presentando y haciendo monólogos. Nadie diría que estudió Derecho.

-Lo estudié como una carrera calmapadres. Tengo 48 años y no he dejado nunca de estudiar. De hecho, acabé en Órbita Laika porque hace 13 años me puse a estudiar ciencias por mi cuenta: biología, física…

-¿Por qué?

-Porque si quiero hacer un espectáculo me gusta hacerlo de forma fundada. No solo para escribir el texto, sino que si tengo que improvisar, sepa de lo que estoy hablando. Lo gracioso de esto es que haces una cosa que te acaba llevando a otra: un día te pones a estudiar ciencia y al cabo de tres años estás haciendo un programa sobre ciencia. Yo no me considero ni científico ni divulgador, pero si creo que puedo aportar mi granito de arena a un proyecto… ¡que me pille sabiendo de lo que hablo!

-Pues lo de estudiar Derecho le puede ayudar en un juicio, en los tiempos que corren con el humor.

-Está la cosa complicada, sí. En general, toda la sociedad tiene una carencia enorme de conocimiento del derecho de las normas del juego. Esto no lleva muchas veces a debates encendidos, pero, como la mayor parte de las cosas que nos pasan, la gente habla sin el conocimiento de causa. En el caso del derecho es fundamental. Hablamos de libertad de expresión y no sabemos hasta dónde se extiende, cuáles son sus límites. Todo el mundo opina, se enciende, se enfada, hablando del derecho de un partido a hacer esto, o del Tribunal Supremo…

-¿Qué opina de la polémica de la bandera que se ha montado con el ‘sketch’ de Dani Mateo en ‘El intermedio’?

-Lo primero que tenemos que entender todos es que no estar de acuerdo con algo no significa que la otra persona no tenga derecho a decirlo. Yo, incluso, antes de hablar de la libertad de expresión, hablaría de la necesidad de una información exacta. Porque lo primero que pasa con la polémica de Dani Mateo es que todo el mundo está opinando normalmente con referencias adquiridas, y no es la forma.