-Tras el éxito que obtuvo con su trabajo en la serie Bates Motel debió recibir muchas ofertas. ¿Qué le hizo decidirse por The Good Doctor?

-Justo al finalizar el rodaje de Bates Motel me llegó la oferta, lo cual es una locura, ¿no? A los tres días viajé a Los Ángeles para reunirme con el creador, David Shore, y Seth Gordon, quien dirigió el piloto. Recuerdo que cuando leí el guion mi primera reacción fue pensar en la suerte que había tenido al encadenar un personaje excelente a otro igual, o más bueno.

-¿Qué le gusta de su doctor?

-Que es un personaje que nunca he visto en la tele. Pensé que estaba muy bien escrito. Antes se solía describir a los autistas como personas sin emociones. Es el estereotipo. Y mi personaje está lleno de emociones. Por supuesto, se expresa de forma diferente a como se expresaría una persona normal. Pero Shaun estaba lleno de vida, y cuando lo hablé con David [Shore], coincidimos en ver su sentido del humor, en la idea de que tal vez se enamore. En la serie veremos el lado optimista y más feliz de Shaun, así como los innegables desafíos que el autismo traerá a su vida y a sus nuevas experiencias en el hospital. No se trata solo de enfocarse en los aspectos negativos.

-La trama juega mucho con los momentos de lágrima fácil.

-Efectivamente, hay momentos dramáticos en cada episodio. Es curioso… Tal vez porque leí los guiones desde la perspectiva de Shaun no me ponía a llorar en esos momentos. Se trata más bien de tener claro sobre cómo hacer que la escena sea tan buena como en el guion. Hay un cierto desapego que tienes con los personaje que interpretas, pero ciertamente eres consciente de esos momentos dramáticos. Pero creo que están más presentes en los otros personajes. Por ejemplo, hay una gran escena al final del quinto episodio con Antonia Thomas, quien interpreta a Claire, y Richard Schiff, que da vida al doctor Glassman. En esta secuencia se descubre lo mucho que le afecta a Claire un error profesional que cometió en el pasado, y es un momento mucho más dramático que los que pueda protagonizar mi personaje.

-¿’The Good Doctor’ abre nuevos caminos en la televisión?

-No hay una intención de hacer algo revolucionario, sino una buena serie. Ninguna de las tramas que se desarrollan parten con una idea preconcebida de qué debería tratarse o qué deberíamos mostrar del autismo. La idea es presentar las historias desde el punto de vista de Shaun y contarla de la forma más auténtica e interesante posible. Por ejemplo, la escena en la que Shaun está viendo porno no se planteó como algo revolucionario. Simplemente parecía que eso es una situación que se puede dar.

-¿Fue complicado encarnar a un médico, y además autista?

-Creo que el autismo es algo que debe retratarse de forma auténtica. Sin embargo, decepcionamos a la comunidad médica, ya que las escenas de cirugía en televisión nunca pueden ser como las reales: si una intervención dura nueve horas, en la tele son cinco minutos. Nueve horas pueden ser entretenidas para los cirujanos, pero para el resto de los mortales… Hay trampas en todas las series de médicos. Y en esta en especial, ya que hay que dejar mucho tiempo para que se pueda desarrollar un personaje tan complejo como es Shaun. Tenía que ser genuino y auténtico, así que supongo que fue lo que me llevó la mayor parte de mi preparación, más que el aspecto médico.

-Ha habido series de médicos que han utilizado el cinismo para triunfar, pero no parece ser el caso de ‘The Good Doctor’…

-Creo que la falta de cinismo de la serie es importante. Ciertamente no es House. Eso atrae, sí, pero Shaun es alguien a quien quieres ver, alguien a quien quieres cuidar. No veo mucha televisión, pero creo que lo bueno de esta serie es el optimismo de Shaun, su perspectiva esperanzada de la vida y el hecho de que trata de ver lo bueno en las personas. Eso es refrescante en un hospital donde hay tantos corazones desgarrados a diario y tantos momentos tristes. Esos momentos están muy bien compensados con su optimismo y visión positiva en el mundo.