Aunque por número de empresas destacan claramente los sectores de la industria y la construcción, ninguna actividad mercantil se ha salvado estos años. Notables han sido también los números en el sector del comercio, con 22 concursos en el 2009 que llegaron a ser 56 en el 2013, y el año pasado habían descendido hasta los 22. O el transporte, quizá donde más se nota la purga que ha dejado poco que concursar. En el 2009 fueron siete empresas, que llegaron a las 12 en el 2012, y el año pasado fueron dos.

Los administradores aprecian un notable porcentaje de empresas familiares y de larga trayectoria entre las víctimas de los concursos, quizá por un deje de nepotismo o por la más general falta de cultura empresarial. Lo que es innegable es el factor de los años de trayectoria. Según las estadísticas del Poder Judicial, desde el 2012, cuando se empezó a tener este factor en cuenta, las compañías con más de 20 años de trayectoria han sido las que más han entrado en concurso, el doble que cualquier otra franja.

Los datos empresariales incluyen desglosados las personas físicas con negocio, es decir, los autónomos, pero sus cifras son residuales respecto al total. Por ejemplo, 11 de 309 en el 2013, o 2 de 161 en el 2015. El año pasado volvieron a ser 11, de 134. Las explicaciones pueden ser muchas, pero probablemente influya el hecho de que, igual que no pueden permitirse enfermar por no dejar de trabajar, ante las pocas posibilidades legales de protección laboral, tampoco son proclives a cerrar su negocio definitivamente sin otros recursos.