Ayer entró en vigor el tan anunciado y temido Procedimiento Mundial Armonizado para Ensayos de Vehículos Ligeros (WLTP, por sus siglas en inglés), una norma que de haberse aplicado en los últimos años habría supuesto un ahorro importante a los conductores europeos.

Según un estudio de Transport & Environment, se estima que los conductores españoles han tenido que afrontar un sobrecoste adicional de 12.000 millones de euros en carburante entre los años 2000 y 2017 por la diferencia entre el consumo real (objetivo que persigue la nueva norma) y el que los fabricantes argumentaban siguiendo el actual protocolo de medición de consumos y emisiones NDEC. Los consumidores españoles se aferraron a la cifras que se ofrecían, legales según el procedimiento, pero han acabado pagando de más.

Se apunta que las emisiones de CO2 se ha reducido desde el año 2000 en torno al 31%, mientras que la reducción de consumo solo ha llegado al 10%. «La diferencia entre los test y el rendimiento en condiciones reales de conducción se ha incrementado de un 9% en el año 2000 a un 42% en el 2017», según el documento, lo que implica un incremento de las emisiones en unos 264 millones de toneladas de CO2 en este período, mientras que el combustible adicional utilizado por los vehículos tendría un coste de 149.600 millones de euros. De esta cifra 23.400 millones de euros se registraron en el 2017, de los que 2.372 millones corresponden a los conductores españoles.

«El argumento ecológico y el económico no siempre coinciden, y mercados como el español están todavía muy sujetos al reclamo del precio. La nueva normativa debería igualar más esta balanza», argumentan varios responsables de las marcas que operan en el mercado español.

ESTAFA DE LOS FABRICANTES

Sin embargo, esos 12.000 millones de euros de los españoles no son los que ocupan el primer puesto en Europa. Alemania es el país que más sobrecoste ha arrastrado desde el año 2000 según este informe de Transport & Environment. En total, los conductores germanos habrían desembolsado cerca de 36.000 millones de euros por esta circunstancia, seguidos por los consumidores del Reino Unido, que habrían pagado 24.100 millones de euros más. En Francia la cifra llega a los 20.500 millones y en Italia, a los 16.400 millones.

El director de Vehículos Limpios de T&E, Greg Archer, afirmó que las reivindicaciones de los fabricantes de automóviles de grandes avances en la mejora del consumo de combustible son «una estafa». A pesar de la regulación para reducir las emisiones, apunta, «no ha habido una mejora en las emisiones reales de CO2 en cinco años y solo una mejora del 10% desde el año 2000, mucho menos de lo que a la industria le gusta afirmar». «Las víctimas son los ciudadanos», añade.

Con la entrada en vigor de la WLTP es posible que la factura se reduzca a la espera de la aplicación de pruebas en condiciones reales de conducción. En este caso Archer considera que se podrían ahorrar 108 millones de toneladas de CO2 hasta el 2030 y los conductores europeos ahorrarían unos 54.000 millones de euros.