Nada menos que un 15,5% de la población femenina aragonesa o, lo que viene a ser lo mismo, unas 103.000. Ese es el número de mujeres de la comunidad que ha padecido algún tipo de violencia sexual a lo largo de su vida, según estima un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Zaragoza para el Instituto Aragonés de la Mujer (IAM). Un dato alarmante que surge en un contexto como el actual, en el que la lucha por la igualdad y el combate contra las actitudes y violencias machistas en España y el mundo toma fuerza, con movimientos como el 8-M o el Me too. Precisamente, ayer se conoció que Aragón recibirá 4,7 millones de euros del Pacto de Estado contra la Violencia de Género en el 2019. Así, y a pesar de los esfuerzos de instituciones y colectivos, los datos siguen dibujando una sociedad con ciertos automatismos machistas, por lo que deberá seguir buscando la manera de avanzar hacia un horizonte libre de esta lacra.

En concreto, el informe que desvela esta circunstancia, titulado Violencia sexual contra las mujeres en Aragón se realizó a partir de las respuestas de 1.000 encuestas telefónicas efectuadas durante los meses de noviembre y diciembre del pasado año. Entre el equipo que desarrolló este trabajo se encuentra el profesor y director del máster de Relaciones de Género de la Universidad de Zaragoza, Santiago Boira, quien presentó ayer junto con la directora del IAM, Natalia Salvo, el estudio.

MIEDO

Precisamente, en esta presentación se conocieron otras conclusiones del informe tan preocupantes como ese 15,5%, que supera en 1,8 puntos al valor estatal. Destaca que, de ese porcentaje, el 38% señalara haber sufrido agresiones sexuales muchas veces. También, que solo el 51,9% recibió ayuda de amigos o familiares o que el 77,2% de las víctimas de violencia sexual no solicitó auxilio después de sufrir la agresión. Estas, además, no se suelen denunciar. De esta manera, en un alto porcentaje, el 88,6% de los casos, el agresor no ha sido juzgado. En relación a estos hechos, y según este informe, la población aragonesa considera que las mujeres no denuncian por el miedo a ser cuestionadas, puestas en evidencia o señaladas. A su vez, incide en la falta de confianza en el proceso judicial y la dureza que lleva asociada para la mujer. Por otro lado, la ansiedad o el shock (53,2%) es la principal consecuencia sufrida tras la agresión, mientras que el 26,6% padeció lesiones físicas.

En cuanto al perfil de la víctima, no existe uno específico, aunque el grupo que más violencia de este tipo padece es el de las menores de 30 años. Acerca de esta circunstancia, los investigadores que han realizado este trabajo especulan con que el mayor conocimiento sobre este problema de las mujeres en esa franja de edad frente a otras más mayores les permitiría identificar este tipo de violencia con mayor facilidad y, por ende, llegar a contarlo. Sí que destaca que en el 38% de las ocasiones fuera el marido o la pareja quien realizara la agresión, seguido del jefe o compañero de trabajo (17,7%) o un conocido o amigo (16,5%). El hogar es el espacio en el que más se dan estas circunstancias, con un 45% de las respuestas, mientras que el lugar de trabajo alcanza el 20%. Son dos de estos valores, el escenario en el que se perpetra el daño y el perfil del agresor, los que ponen de relieve otra de las conclusiones de este trabajo: que la violencia sexual en el ámbito de la pareja se sigue sin considerar como tal.

Pero el informe no solo abordó la violencia sexual, sino que también interrogó por otras agresiones a los encuestados. De esta forma, la encuesta concluye que el 28,6% de las aragonesas ha sufrido alguna vez uno o varios tipos de violencia. En el mismo campo de estudio, la probabilidad de sufrir maltrato físico o psicológico aumenta en el caso de mujeres de origen extranjero y en aquellas con una discapacidad superior al 33%.