Alrededor de 2.400 obreros trabajan día y noche en la Expo para lograr que el recinto esté listo para la inauguración, prevista el 14 de junio del 2008. La premura de los plazos ha obligado a la sociedad pública a generalizar el trabajo casi ininterrumpido en todos los tajos del recinto. El turno de día, que afecta a unas 2.200 personas, empieza a las ocho de la mañana y acaba a las siete de la tarde, momento en el que enganchan otros 200 operarios hasta las cinco de la madrugada. Los focos y los destellos de las soldaduras se pueden ver a lo largo de la noche.

Esta fue la explicación dada ayer por el jefe de Edificación de Expoagua, Alfonso Pérez, durante la visita de obras a la Torre del Agua, que tiene casi la mitad de su estructura levantada y alcanza en estos momentos los 34 metros de altura desde el monumental zócalo de hormigón blanco que sirve de base, a cinco metros del suelo del meandro. El edificio crece cinco metros de media semanal, lo que garantiza su finalización antes del próximo octubre. Para entonces, será el edificio más alto de Zaragoza gracias a sus 73 metros de altura. No obstante, los acabados se alargarán hasta febrero del 2008.

Pérez acompañó ayer al arquitecto Enrique de Teresa, quien explicó la espectacular estructura que ha creado y que destaca por tener una fachada metálica forrada de cristal en forma de gota que cubre un gigantesco hueco. "Tiene dos enormes vacíos con un forjado intermedio. El primer hueco mide 21 metros y el segundo, 40", explicó.

El otro elemento característico del edificio son las rampas de subida y bajada, adosadas a la fachada y que permiten disfrutar de espectaculares vistas de la ciudad y del vacío interior. De Teresa señaló que los 48 tramos suman 1.152 metros lineales "en un movimiento helicoidal que le dota (a la torre) de fluidez y dinamismo". Y añadió: "Es un paseo-mirador que sube, un elemento espléndido que no tiene Zaragoza".

Los que quieran subir directamente al bar-restaurante de la última planta podrán hacerlo en los dos núcleos de ascensores panorámicos, que se construyen junto a los dos únicos pilares interiores, también dotados de escaleras tradicionales.

RETRASO Enrique de Teresa apuntó que la obra se encuentra retrasada, pero aclaró que este desfase se recuperará sin problemas. Para lograrlo, las contratistas, OHL y CELSA, mantienen trabajando a 45 operarios por el día, que son relevados por otros quince en el turno de la noche.

Hasta 18.000 personas podrán visitar a diario este "hito" arquitectónico de la Expo cuando abra sus puertas el gran vestíbulo, de 3.288 metros cuadrados. Los visitantes tardarán unas dos horas en recorrer el edificio, al que se podrá acceder por tres grupos de escaleras y rampas. Solo con los números se puede entender el desafío de esta construcción: hasta 2.000 toneladas llegan a transmitir al terreno las columnas que constituyen el zócalo.

En la cimentación se emplearon un millón de kilos de acero y 6.000 metros cúbicos de hormigón, la capacidad de 600 hormigoneras. Alfonso Pérez explicó que esta gigantesca losa se tuvo que agujerear por precaución, ya que de lo contrario se podría haber movido en caso de haber subido el agua del freático. Lo mismo se ha hecho en el resto de edificios, cuyo peso los ha asentado.

El paseo aéreo por la Torre del Agua permitió apreciar a un grupo de periodistas el canal de aguas bravas, adosado al edificio y lleno de agua, y la evolución de las obras del recinto y del parque. La estructura del Palacio de Congresos ya es reconocible, mientras que la del área de pabellones gana cada día más metros cuadrados. El perfil de la red de canales del parque salta a simple vista, al igual que el tablero del puente del Tercer Milenio.