Los apartamentos y viviendas de uso turístico están en plena ebullición en la ciudad de Zaragoza, incluso algunas voces del sector creen que está empezando a producirse una cierta saturación de la oferta, sobre todo porque existe una importante bolsa de pisos dedicados al alquiler vacacional de forma ilegal. Y eso, a pesar de que el radar de la Agencia Tributaria sobre esta actividad clandestina se ha intensificado en los últimos años, al igual que el control del Gobierno de Aragón, que cuenta desde hace cuatro años con una normativa específica para regular este mercado.

En Airbnb, la mayor plataforma de alquiler turístico, hay hasta 697 anuncios localizados en la capital aragonesa en las diferentes modalidades de alojamiento. En torno a la mitad de estos pisos no están registrados legalmente, según estimaciones del sector. En Booking, el otro gran competidor, se ofertan 195 apartamentos. Esta oferta crecerá de forma notable en los próximos meses por la apertura de dos edificios -uno en la calle Alfonso y otra en Manifestación- dedicados a apartamentos turísticos.

A pesar de todo, la proliferación de este modelo en Zaragoza apenas ha generado por el momento situaciones de conflicto entre vecinos, propietarios y turistas, como sí ha ocurrido en grandes urbes como Barcelona o zonas costeras. No en vano, la magnitud de este tipo de alojamiento y el perfil de los usuarios de esos lugares en nada se parecen al de aquí.

Propietarios diversos

Detrás de este boom hay muy diferentes propietarios. Algunos se dedican en exclusiva a esta actividad e, incluso, los hay que han dejado otros trabajos para centrarse en ello, lo que da un idea de la profesionlización creciente que vive esta mercado. Para otros se trata de un complemento económico, como es el caso de Rosa Portero y su marido Antonio, que hace cuatro años -en el 2015- pusieron en marcha la primera vivienda de uso turístico (VUT) registrada como tal en Zaragoza capital.

Se trata de un apartamento que, como reza su nombre (El Balcón del Pilar), está ubicado en la calle Alfonso I y con vistas a la basílica. «Cuando empezamos éramos muy pocos y ahora ya hay unos 300 pisos legales en la ciudad», explica. Este alojamiento tiene capacidad para cuatro persona y un precio medio de 90 euros por noche. «La ventaja de este modelo es que te permite combinar sus usos: lo alquilo a turistas pero a veces la uso yo para alojar a amigos y familia», explica Rosa.

Rafi Álvarez y Kike de Luis abrieron su negocio en el 2014, que en su caso se ha pasado a convertir en su principal fuente de ingresos. Se trata de Zrooms, ubicado en la calle Santiago -encima del pasaje del Ciclón-, que dispone de dos apartamentos decorados con un gusto exquisito y aire vanguardista. En la misma planta se aloja su propia vivienda. «Nuestros clientes buscan una intimidad que el hotel no les da. Es como estar en casa y a pie de todo los puntos turísticos», explican.

También han surgido en la ciudad empresas que se han especializado en la gestión de pisos turísticos, una opción elegida por algunos propietarios por falta de tiempo o desconocimiento del negocio.