Chunta Aragonesista sale en busca de la Zaragoza del pasado en su programa cultural. Sin olvidar la potenciación de las diferentes manifestaciones artísticas, la oferta de la formación nacionalista se centra sin embargo en la reconstrucción, hasta donde sea posible, de una ciudad que es una perfecta desconocida para las nuevas generaciones. De ahí que se proponga «redefinir» el centro histórico integrándolo en la trama urbana y «reconstruyendo» algunos interiores, como los de los teatros Iris y Pignatelli, el cine Alhambra, las puertas del Duque, Cinegia y Toledo, el café Moderno y el arco de San Roque. Pero el loable afán arqueológico de CHA no se detiene ahí y continúa con la recreación y reconstrucción de otros elementos de la historia de Zaragoza, como el edificio de la Torre Nueva, que era mudéjar, del siglo XV, y fue demolida en 1892 debido a su inclinación. El impulso recuperador de los nacionalistas llega hasta los castillos de Miranda, El Castellar y Santa Bárbara. Las ruinas de este último se pueden ver sobre un cerro situado cerca de ronda de circunvalación Z-40. Esta original acción cultural alcanza a otros hitos de la capital aragonesa, como el monumento a la legión de los pinares de Torrero, pero en este caso Chunta pide que se desmonte y se traslade a otro lugar, sin precisar cuál. Los museos merecen un capítulo detallado, con propuestas para abrir exposiciones permanentes dedicadas al ferrocarril, a los baños judíos, al arte contemporáneo y al cine. CHA sale además en defensa de las librerías de Zararagoza, duramente golpeadas por las crisis, por lo que pide que se tomen medidas para que se evite su cierre. Los aragonesistas abogan por borrar de la ciudad todos los vestigios franquistas y, paralelamente, por impulsar todo aquello que le da carácter, como la antigua fábricas de Averly o e palacio de Fuenclara.