Ramón Vallverdú, presidente del Club Náutico de Cambrils, y Enrique Gascón, comodoro de la entidad, se hallaban en primera línea cuando ocurrió el atentado, que se produjo justo delante de su establecimiento. «Habría unas 150 personas cenando, y muchos creyeron al ver volcado el coche que era un accidente, por lo que la primera reacción fue de ir a ayudar», explica Vallverdú. Sin embargo, un miembro del personal gritó «¡Escondeos! ¡Huid!» y pronto llegó una avalancha de gente que pasaba por la calle y se refugió en el local y en los barcos atracados en el pueblo deportivo. En total, medio millar de personas halló refugio en el club, entre clientes, personal y viandantes.

Ahora, más de una semana después, una pareja de los Mossos d’Esquadra monta guardia ante el restaurante. Pero las cosas han cambiado radicalmente.

«La actividad se ha recuperado y está al mismo nivel que antes», subraya Vallverdú. Tanto él como el comodoro, Enrique Gascón, creen que fue una fatal coincidencia, «un accidente», que el atentado tuviera lugar en Cambrils.

«Lo que pasó podría haber ocurrido en cualquier otro sitio», subrayan. Y expresan su voluntad de que la localidad costera supere el suceso y siga adelante.