La despoblación es más que un tema de moda. Parece un estado de ánimo. Y en ocasiones, no invita a la esperanza. Un sentimiento que intentaron rebatir ayer los «activistas del mundo rural» durante el coloquio sobre la revitalización del mundo agrario organizado por este medio al definirse como «cansados del victimismo».

El director de la Cátedra de Despoblación de la Universidad de Zaragoza, Luis Antonio Sáez, fue el que asumió que las metas muy elevadas «generan frustración» y pidió llevar el debate a lo concreto. «Hace falta dinamizar el mundo rural para generar iniciativas, pues lo importante no es la banda ancha, sino los proyectos que la acompañan», explicó.

En este sentido la directora del instituto de Ateca e impulsora de varios proyectos de difusión rural, María Blasco, destacó que son los propios vecinos de los pueblos lo que conocen las necesidades más acuciantes. Y se mostró de acuerdo en que el debate no se puede plantear en negativo. «Hemos trabajado durante dos décadas para generar esta autoestima», expresó. Por eso recordó que, en la actualidad, una persona que ha salido a estudiar fuera ya puede volver a su localidad a ejercer de lo que sea necesario. «Vamos a derribar estereotipos», manifestó.

El promotor del proyecto Celtiberia Digital de Molina de Aragón y Orera, Rafael Martínez-Cortiña centró su intervención en los medios tecnológicos de los que disponen las áreas rurales. «Sin que nos damos cuenta estamos cambiando la sociedad», indicó al defender la conectividad y los recursos de los que se pueden disponer en los pueblos.

El portavoz de la Asociación de Amigos de Celtiberia, José Verón, recordó en su intervención que la clase política debería recuperar la ley de desarrollo sostenible del medio rural para comenzar a trabajar en serio. «No hace falta esperar a formar un gobierno, se puede empezar mañana», dijo al explicar la campaña pública para pedir la recuperación de la norma que lanzaron hace unos meses.

Y lanzando la mirada al pasado recordó que el problema se creó con el desarrollismo, cuando se creó el estigma de que quedarse en el pueblo era de fracasados. Algo que ya casi está superado. «Vivir en el medio rural es totalmente factible», defendió. En este sentido recibió el apoyo de la directora del instituto de Ateca, pues ella misma había realizado ese camino.

En el coloquio también estuvo presente el director general de Administración Local del Gobierno de Aragón, José Ramón Ibáñez. «Muchos de los problemas de los pueblos también están en las ciudades», resumió el dirigente que también fue durante ocho años alcalde de Calanda.

Ibáñez, que explicó que él mismo regresó a esta localidad después de que sus padres emigraran décadas atrás a Zaragoza capital, también quiso lanzar un mensaje positivo e instó a hacer que «vuelva a estar de moda el medio rural» para recupera la vitalidad. «Vamos a pensar qué tenemos qué hacer, cómo somos capaces de convencer de que en los pueblos se vive mejor que en las ciudades, no tenemos nada que envidiar a los mejores barrios de Zaragoza», alegó.

Las medidas planteadas por los intervinientes en el coloquio pasan por los recursos y por la libre disposición de iniciativas. «A veces nos quedamos en los lemas fáciles, cuando es necesario profundizar en las necesidades reales de la población», indicó Sáez.

Verón, recogiendo el guante, calificó de «élite urbanita» a muchos de los que toman decisiones políticas en el ámbito estatal y lamentó que todavía confundan la vida en los pueblos con espacios destinados a la caza o el turismo.