Ariño contiene la respiración tras el cierre repentino de la mina Santa María, que emplea a 200 trabajadores y lo es todo para la economía de la localidad y su entorno. Vecinos y trabajadores daban por hecho que la extracción de carbón continuaría un año más, como así lo hacía presagiar la intensa actividad que registraban las empresas subcontratas de Samca. «La semana pasada contrataron a gente y el desmonte está como en los mejores tiempos», aseguraban ayer varios trabajadores del lugar.

El hostal Cinco Arcos de la localidad es un fiel ejemplo del repentino cambio de la situación. Ayer se quedó vacío de huéspedes cuando un día antes colgaba el cartel de completo. «Se han marchado los trabajadores de las subcontratas, que para nosotros lo son todo», se lamentaba Marina Cueto, encargada del establecimiento y que tiene un hijo trabajando en una de las auxiliares mineras. De un día para otro han pasado de dar 60 comidas diarias a poco más de 20.

María Izquierdo, que trabaja aquí como camarera desde hace siete años, todavía «tiene mal cuerpo» tras conocer el anuncio de cierre de la explotación minera. «Mi abuelo fue minero, mi padre trabaja en el desmonte, mi hermano en una subcontrata.... Hay que decir adiós al carbón que nos da de comer, pero no sé de qué vamos a vivir», explica.

Juan Carlos Blanco, de 42 años y natural de comarca minera del Bierzo, es uno de los 150 trabajadores empleados en las subcontratas, en su caso de Villejos. «Nos han dado vacaciones, pero la vida da muchas vueltas. Hoy mismo me ha salido un trabajo en Estados Unidos con Ferrovial. En dos meses marcharé para allí», explica. A pesar del «duro golpe» que supone el cierre para la zona, ensalza a Samca. «Por lo menos aquí hay una empresa que mira por su tierra y trata decentemente a sus trabajadores, no como en el norte, que ha habido mucho empresario minero pirata», asegura.

«Hay trabajadores asociados a la mina. Esto es un palo muy gordo y no va a ser fácil de reponer el empleo», advertía Sebastián Ruiz, delegado de UGT en Samca.

En el entorno de la mina parecía ser un día festivo. Tan solo había algo de movimiento en el lavadero de carbón, que apura la entrega de mineral comprado con anterioridad por Endesa. Al mismo tiempo han empezado a darse los primeros pasos para desmantelar la explotación con la retirada de la maquinaria pesada de algunas subcontratas. «Hemos venido a llevarnos un dúmper de la compañía Movitex», señalaba el madrilleño Raúl Gómez, de la empresa Transportes Especiales Carrascosa. La cuenta atrás ha comenzado.