No pudo ser más directa su hija. "La danza en España, sobre todo la clásica, tiene el nombre de María de Ávila". Hacía apenas unas horas que se había muerto su madre, la maestra de maestros, María de Ávila, a los 94 años, en su domicilio de Zaragoza, y los grandes nombres de la danza españolas ya lloraban la muerte de su referencia. Nombres como Víctor Ullate, Carmen Roche, Arantxa Argüelles, Gonzalo Portero, Trinidad Sevillano, Ana María de Górriz, Cristina Miñana, Ana Laguna o Amaya Iglesias, que han recorrido los escenarios más importantes de medio mundo aprendieron el oficio en la escuela que la bailarina fundó y que ayer trató de no alterar su ritmo habitual.

Nacida en Barcelona en 1920, con solo 19 años, María de Ávila (después de formarse con Alejandro Goudinov, Antonio Bautista y Antonio Alcaraz) maravilló al Gran Teatro del Liceo de Barcelona como primera bailarina, pero si por algo brilló con luz propia fue por su faceta didáctica. La catalana entró a trabajar en el Ballet de Barcelona y la Compañía Española de Ballet, en las que figuró como bailarina estelar. Tras unos años de parón artístico por la segunda guerra mundial, María de Ávila encontró el amor en el ingeniero aragonés José María Gil, con quien se casaría en 1948. Con él se fue a vivir a Zaragoza y decidió dejar la danza. Aunque, solo seis años después, fundó su estudio.

Decidida a seguir trabajando por la danza, María de Ávila fundó también el Ballet Clásico de Zaragoza y el Joven Ballet María de Ávila. En febrero de 1983 se hizo cargo de la dirección de los Ballets Nacionales Español y Clásico, donde se encargó de sistematizar el trabajo interno del ballet, así como abrió las puertas a coreografías como las de George Balanchine y Anthony Tudor. Además, la bailarina encargó trabajos al bailarín y coreógrafo estadounidense Ray Barra, a quién posteriormente ofreció el cargo de director estable, que desempeñó hasta diciembre de 1990. Tras abandonar estos cargos, se ocupó de dirigir e impartir clases en su academia. La escuela fue su dedicación durante muchos años y aun cuando ya no daba clases "siempre ha estado en contacto" para guiar a sus alumnos, indicó ayer Lola de Ávila, quien es actualmente la responsable del centro de enseñanza.

Entre los galardones y distinciones que recibió a lo largo de su trayectoria profesional destaca el Premio Santa Isabel (1965), el Premio San Jorge (1974), la Medalla de Oro de Zaragoza (1982) o el Aragoneses del Año en Cultura en 1995, otorgado por EL PERIÓDICO DE ARAGÓN. De Ávila también fue galardonada con la Medalla al Mérito en las Bellas Artes, en 1989; la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio en 2006, y el Premio Aragón, en 1996. Figuraba en su currículum el ser miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis, lo que le convirtió en la primera bailarina en ser académica en España. "La trayectoria artística de mi madre ha sido reconocida y así lo ha sentido ella dentro de las circunstancias", dijo su hija.

El Ballet Nacional de España guardó un minuto de silencio antes de su actuación ayer en Vitoria. La danza llora a una de sus grandes valedoras.