"Parecía imposible, y me ha tocado. Bueno, a mí no; a mi novio. No sé si ahora tendremos que casarnos para poder pagar este piso", decía emocionada Mónica Abad después de escuchar su número. Esta joven, de 27 años, marca el perfil de la mayoría de quienes se han presentado a esta convocatoria municipal. Porque quien ha podido, sobre todo las parejas de novios, lo ha hecho de manera individual y por separado para tener dos bolas introducidas en el bombo.

"Qué alegría, qué gozo. Tengo dos hijos y la familia se mantiene sólo con el sueldo de mi mujer. Ahora estamos de alquiler y para nosotros era imposible acceder a una vivienda libre", gritaba el colombiano Luis Alberto Arenas mientras abrazaba a su mujer. Ellos llegaron a Zaragoza hace tres años y medio y ya tienen una vivienda de tres habitaciones.

Y es que los gritos de emoción comenzaron a estallar conforme se desarrollaba el sorteo. Aquí y allá corrían las cámaras y los periodistas en busca del primer testimonio mientras el público aplaudía. Porque ésa era la fiesta que se pretendía.

Este primer sorteo ha sido toda una prueba de fuego para el futuro, ya que Valdespartera no está tan lejos. Y sus responsables deberán de tener en cuenta los comentarios referentes a que "esto es un circo público en el que nadie regala nada".

A este ambiente enrarecido por la imagen tan brutal, cercana y real de la necesidad de miles de zaragozanos de un hogar, se sumaron los dos errores humanos. Porque, a pesar de los 16 años de experiencia que arrastra la empresa madrileña www.bombos.com, el sorteo de ayer falló, y no sólo afectó a los más de 14.000 aspirantes, sino a los propios técnicos municipales, que no daban crédito del gafe. Por eso, todos descansaron una vez terminó aquello.

"Otra vez será. Hoy estoy contento porque acabo de firmar un contrato de trabajo indefinido, aunque tengo 31 años y sigo viviendo con mis padres", lamentaba Ricardo Alvarez, la cara amable de los más de 14.000 que de nuevo se quedaron con las manos vacías.