Ana Alcolea es, ante todo, una escritora de literatura infantil, aunque también ha hecho sus pinitos en la dedicada a adultos. Y ayer fue este público, en más de un centenar, el que quiso arroparla en su lectura del pregón inaugural de la Feria del libro, que este año está de estreno, ya que cambia su ubicación a la plaza del Pilar; y duración, ya que solo dura hasta el domingo. Estos dos cambios han logrado que todos los sectores del libro estén presentes mayoritariamente con sus casetas para mostrar que «la literatura no tiene edad», como señaló la pregonera.

Por eso, se congratuló de que hubieran pensado en ella porque hay quien cree que la literatura infantil «es un género menor» y, sin embargo, ella la consideró «la más necesaria porque no solo forma lectores, sino personas, personas pensantes y, por tanto, libres», reivindicó la ganadora del premio Cervantes Chico del año 2016. Entre aplausos y entre amigos, en un escenario (otra novedad) situado en el centro de la feria, enfrente de la entrada al Ayuntamiento de Zaragoza, la escritora señaló que «las letras son mágicas, por eso hay que cuidarlas» y eso es «lo que hacemos todos los que nos dedicamos a estos menesteres de la literatura, los escritores, ilustradores, editores, libreros, distribuidores y, por supuesto, los lectores».

En su discurso, Ana Alcolea afirmó que «pregonar es contar, difundir, informar...» y una feria es donde «se venden cosas», aunque durante estos días, la plaza del Pilar será un lugar donde «se intercambien letras, palabras, libros, que tantas veces estuvieron prohibidos para el gran público porque siempre fue peligroso pensar y abrir puertas al mundo, que es lo que hacen los libros». Y en este sentido, reconoció que «lenguaje y pensamiento caminanan unidos, y si se ponen con emoción y con vida, mucho mejor» y esa es «la única forma en la que se pueden colocar las palabras si el escritor quiere llegar hasta el lector».

LIBROS PARA TODOS / La autora recordó también sus inicios como escritora y, antes que eso, como lectora que se emocionaba con las letras, esas mismas letras que ahora llenan las casetas, donde tienen cabida libros para todos los gustos: ensayo, novela negra, cómic fútbol, poesía... porque «los libros son sinfonías de cultura», de diversidad.

La autora de El medallón perdido quiso dar protagonismo a la letra B, así, mayúscula, la de baile, con el que se celebraban los negocios allá en las ferias antiguas, la b de «bondad, belleza o barbaridad» o también la de Baltasar Gracián, ilustre escritor aragonés nacido cerca de Bílbilis; o el sillón que nunca pudo ocupar María Moliner, quizá por ser mujer pese a la gran labor que realizó la lexicógrafa, y que años más tarde, ahora, el sillón B de la RAE cuenta con el nombre de otra aragonesa ilustre, Aurora Egido, «que tanto nos enseñó». Por eso, terminó invitando al público a disfrutar del «baile de las letras bien puestas» y de unos versos de Gloria Fuertes, dedicados «a niños de 0 a 103 años».

LA FERIA DE LA CONCORDIA / Junto a Alcolea, al escenario de la plaza del Pilar, subieron todos los que han hecho posible esta renovación de la feria. Sergio Navaro, presidente de Copeli, organizadora del encuentro, se presentó como «rostro visible de un colectivo» que había logrado tras «un proceso larguísimo» que esta sea la Feria de la Concordia; una idea que celebraron las tres instituciones colaboradoras: Bizén Fuster, por la Diputación Provincial de Zaragoza; Ignacio Escuín, por el Gobierno de Aragón; y Pedro Santisteve, por el Ayuntamiento de Zaragoza. Todos ellos dieron una vuelta por las casetas antes del pregón y charlaron amigablemente con todos los participantes, deseandose los mejores deseos para los próximos días, en ventas, en público, en firmas y en calor, que ayer, ya apretaba bastante, tanto, que en alguna de las casetas ya funcionaban los ventiladores.

A partir de ahora, la plaza del Pilar se convierte en un constante baile, que decía Alcolea, de letras, de palabras, de actividades (las hay durante todo el día y en diversos escenarios, algunos nuevos), de encuentros y de firmas, ya que serán más de 300 los que desfilarán por las casetas para estampar sus letras, su nombre y sus palabras en cada libro, palabras que sacarán a bailar a cada lector.