-¿Cómo ha incidido en Binéfar la apertura de un macromatadero como el de Pini?

-Ha supuesto un empujón muy importante para Binéfar y la comarca. Ya desde la época de la construcción, pues desde entonces nos encontramos con una saturación desde el punto de vista de la vivienda de alquiler. También sucede en otros ayuntamientos de los alrededores.

-¿Se ha notado un crecimiento en el censo?

-Desde que comenzó el proceso hay un centenar más de empadronados. Y en estos primeros meses del año ya ha subido en otros 250, aproximadamente. Lo cierto es que las cosas no han discurrido como se decía, no nos hemos encontrado ni con una avalancha ni con un descontrol tremendo. Todo ha sido paulatino, con un crecimiento en el que se mezclan los extranjeros con los residentes en otras zonas de Aragón y de Cataluña. Por otro lado, el centro de África y el Este de Europa ha sido el origen tradicional de la emigración en Binéfar y eso se está manteniendo.

-¿Cambia la convivencia en las calles?

-El porcentaje de población extranjera sigue siendo el mismo. Con el aumento de la población sí que se ve más gente recorriendo las calles, eso hace que se vean muchas caras nuevas. Esto supone que la ciudad tenga más vida, más actividad. Y nos obligará a adaptar los servicios: se ha puesto en marcha un nuevo aparcamiento y tendremos que acometer obras de accesibilidad. Le hemos trasladado al presidente de la DGA, Javier Lambán, que la variante noroeste es imprescindible para toda la comarca.

-¿Faltan trabajadores en el sector industrial de Binéfar?

-Binéfar siempre ha sido una zona dedicada a la agricultura y la agroindustria, algo que nos ha permitido ser bastante estables en relación con el empleo. La crisis no afectó de forma escandalosa. El desempleo siempre ha estado por debajo de la media. Ahora tenemos una gran necesidad de trabajadores. Pero no solo en la agroindustria, pues tenemos empresas que demandan ingenieros. Más que en Zaragoza, en proporción, según la propia Universidad. El mayor problema es que por la falta de vivienda mucha de esta gente se tiene que marchar a vivir a Monzón o Barbastro porque no tiene dónde vivir.

-La llegada del grupo Pini fue accidentada por los antecedentes de su propietario. ¿Cómo está siendo la relación actual?

-La relación es buena. Las situaciones judiciales personales, sea en España o en el extranjero, dependen de cada persona. En el caso de la tramitación del matadero, puedo asegurar que se han respetado escrupulosamente todos los requisitos. Todo se ha mirado con lupa y se ha cumplido toda la normativa. Nosotros no tenemos nada que echar en cara a esta industria: ha cumplido todo lo que se les ha exigido.

-¿Se están poniendo todos los huevos en la misma cesta del sector porcino?

-Es algo que nos preocupa. En Binéfar queremos apostar por otros sectores económicos para diversificar, dentro de nuestras posibilidades. Hasta el momento tenemos ejemplos punteros de empresas de alta tecnología que también superan los 100 trabajadores, aunque son menos vistosas que los mataderos. Todas ellas están demandando empleo muy cualificado.