Todos temen a Podemos. No solo los partidos, sino también los grandes empresarios de España, en una campaña colectiva para tratar de alertar de los hipotéticos peligros que habría para la sociedad en el caso de que ni el PP ni el PSOE fueran hegemónicos. Ayer, fue el presidente de Telefónica, César Alierta, quien se sumó a esta tesis. De este modo, afirmó ayer en Zaragoza que España ha sido un modelo de desarrollo y crecimiento en el mundo desde 1975 y que, siendo realistas, quienes han hecho "brillante" la historia del país han sido PSOE y PP.

"Estamos mejor que nunca", así que "por qué no vamos a seguir igual", dijo Alierta, quien se refirió al ascenso de Podemos antes de abrir en Zaragoza un foro de análisis sobre los motores de crecimiento en Aragón organizado por la multinacional y por Unidad Editorial, que clausuró la responsable del Ejecutivo aragonés, Luisa Fernanda Rudi.

"Si alguien nos dice cómo se puede bajar la tasa de paro al 8% sin gastarse un euro del sector público, pues bienvenido" y si alguien le dice cómo aumentar el nivel de bienestar social sin endeudarse que se lo "diga", pero "al final en la vida se impone siempre la realidad".

También la presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, se refirió a las nuevas formaciones que han puesto patas arriba el tradicional mapa político español. Rudi indicó en la clausura del encuentro que aquellas opciones políticas que plantean tensiones territoriales "extremas" o una ruptura de las reglas elementales de la economía de mercado, entre otros efectos negativos, "constituyen un relevante riesgo para la consolidación de la recuperación económica".

Tanto PP como PSOE, afrontan con preocupación el auge electoral de Podemos, y así lo han hecho público en numerosas ocasiones. También ayer hizo lo propio UPD, cuya portavoz, Rosa Díez, explicó que su partido trabajará para ofrecer en las próximas elecciones un "cambio profundo, radical y revolucionario", con mensajes "en positivo", frente al "voto de la ira" que representa Podemos.

Díez argumentó que, aunque el "voto de la ira" y el "voto en contra" están en la vida, en la política y en la sociedad, y que en determinados momentos tiene un "efecto terapéutico, incluso positivo", su "tarea es demostrar a los ciudadanos que se puede hacer otra política y de otra manera".