La reunión entre Raúl Agné y la plantilla zaragocista en la mañana del domingo en la Ciudad Deportiva estuvo presidida por una gran tensión, con voces discordantes, ya que en ella hubo reproches por ambos lados. El entrenador de Mequinenza les dejó claro que él no era el principal problema de la situación del equipo, les manifestó su seguridad en que iba a ser destituido, además de insinuarles que no todos habían tirado del carro de la misma forma y que la implicación tampoco había sido igual en todos. Y es que fue una charla tensa en la que el momento de mayor crispación se vivió entre el entrenador e Isaac Carcelén.

El diálogo entre el lateral derecho, habitual descarte por decisión técnica en los últimos tiempos, y el preparador mequinenzano fue de una tensión manifiesta, con evidentes muestras de enfado por parte de Agné, que también las continuó después, llegando a golpear por ejemplo un recipiente donde había fruta.

Reuniones y acusaciones

El asunto, pese al nerviosismo vivido, no pasó ya a mayores en una mañana presidida por las reuniones, de Lalo Arantegui con el propio Agné, del técnico con la plantilla y de los jugadores solos, esta última de 45 minutos, la más larga de todas, antes de empezar un entrenamiento que fue el último de la breve etapa del entrenador en el Zaragoza, ya que llegó a finales de octubre y no cumplió ni cinco meses en la entidad.

Agné, que nunca ha ocultado su fuerte carácter, ya tuvo un episodio de enfado con Manu Lanzarote, expuesto sobre todo en la goleada en Cádiz y en la derrota en La Romareda ante el Girona y el extremo planteó su salida en enero, mientras que Juan Muñoz tuvo que hacer las maletas y marcharse al Levante. También estuvo a punto de irse Isaac, cedido al Nástic de Tarragona, pero al final el jugador decidió no salir, sobre la bocina del mercado de fichajes, y no ha contado para Agné. De hecho, sus últimos minutos fueron en el partido ante el UCAM de Murcia el 21 de enero pasado.