El análisis ordenado por la DGA en 1992 del terreno de la antigua fábrica de pilas y baterías Tudor para que su nuevo propietario, la empresa Sicione, pudiera construir allí el actual centro comercial Augusta, en la avenida Navarra, desveló que el solar de 44.000 metros cuadrados estaba fuertemente contaminado. Por sorpresa y de repente se conoció que los ciudadanos llevaban años conviviendo con 150.000 metros cúbicos impregnados de plomo en cantidades que superaban 50 veces los niveles máximos que permite ley. El solar fue rápidamente vallado.

En los más de 40 años que Tudor estuvo funcionando, y tal y como publicó EL PERIÓDICO, sus materiales tóxicos habían sido depositados en una gravera en Villamayor; habían sido utilizados de relleno en la construcción del parque de Vadorrey; en parcelas de Montecanal se detectaron altos índices de plomo, y se supo que la empresa incluso había descargado escoria para compactar calles de Torrero cercanas a los Pinares de Venecia.

Tudor alegó que España carecía de normativa específica sobre suelos contaminados. Pero IU llevó el caso a la Fiscalía y los análisis realizados detectaron que el terreno tenía otros materiales, como mercurio, cadmio, cinc, cobre y níquel. Pero en niveles menores que de plomo, que acumulaba 479 toneladas.