"Antonio vivía únicamente para ocuparse de Josefina. Su principal preocupación era que a ella no le faltara de nada". Desde hace varios años, Antonio G. M., el anciano que pasó dos días muerto en la casa donde convivía con Josefina G. C. sin que ésta pudiera avisar a nadie debido a su delicado estado de salud, se había convertido en el "protector" de la mujer, explica un allegado del fallecido.

Antonio, de 72 años, y Josefina, que también superaba los setenta, no estaban casados, pero se habían convertido en una pareja de amigos "inseparables" desde que se conocieron. Antes de eso, los dos vivían solos, él en una casa con patrona y ella en su vivienda de la avenida de Madrid. Josefina es diabética y hace tres años sufrió una embolia que le ha dejado prácticamente inmovilizada.

De hecho, el martes por la tarde fue trasladada al hospital Provincial de Zaragoza después de que efectivos del Cuerpo de Bomberos y del Cuerpo Nacional de Policía entraran en la casa de la mujer, alertados por un asistente social de la Cruz Roja, y encontraran el cuerpo sin vida de Antonio.

En el momento en que fue ingresada en el centro sanitario, tenía síntomas de deshidratación, ya que pasó casi dos días sin recibir insulina y sin comer. Pero, por fortuna, evoluciona "favorablemente", según indicaron fuentes del centro sanitario.

"Ella llevaba mucho tiempo débil. Va en silla de ruedas y apenas puede moverse", comenta una persona cercana a la pareja.

Aunque el inmueble pertenecía a Josefina, la anciana apenas podía correr con los gastos de la casa debido a la escasa pensión que cobraba. El, que durante unos 30 años había sido voluntario de Cruz Roja, necesitaba un hogar. Por eso, decidieron que lo mejor para los dos era vivir juntos y compartirlo todo: dinero y fuerzas.

Tres veces por semana, un voluntario de Cruz Roja acudía al inmueble para "dar un respiro" a Antonio, sacar de paseo en verano a la mujer o, simplemente, proporcionar "un rato de compañía", afirma uno de los allegados.

Los dos ancianos no contaban con servicio de teleasistencia, "tal vez porque ese servicio suelen solicitarlo normalmente las parejas en las que las dos personas se encuentran muy mal y no pueden ayudarse el uno al otro o bien en casos en los que el afectado vive solo y no puede valerse por sí mismo", apunta un miembro de Cruz Roja.

Y Antonio, según cuentan los propios vecinos, era un hombre "fuerte", que solía salir "a comprar la comida y hacer los recados necesarios para la casa".

Aunque el fallecido ya tenía experiencia en la ayuda a personas de la tercera edad, solía acudir a esta ONG en busca de consejos: "El pasado jueves fue a pedirles orientación, porque estaba luchando para que el Estado aumentara la pensión de Josefina. Le apreciaba tanto que incluso había pedido a la Seguridad Social que le arreglaran los dientes", añade uno de los amigos de Antonio.

Ahora, el Instituto de Servicios Sociales, el Centro Municipal del barrio de Delicias y los hijos de Josefina deberán decidir si la mujer se queda a vivir con sus familiares, si ingresa en un geriátrico o si solicitan para ella un servicio de teleasistencia y mantenimiento del hogar.