Carlos Giner Mateo, de 67 años, trabajó hasta que se jubiló en el sector de la construcción y ahora se dedica a la música, una de las grandes pasiones de su vida. Pero reconoce que con la pensión que le ha quedado, de 645 euros hasta que se acordó la subida del 1,6%, poco se puede hacer aparte de subsistir. «La verdad es que con esa cantidad me apaño mal, no puedo ir a ninguna parte», lamenta. Él ha trabajado toda su vida, «desde los 14 años», y por eso no entiende que, terminada su etapa laboral activa, le haya quedado una paga «tan ridícula que está por debajo de lo que se considera el umbral de la pobreza».

Señala que, gracias a que ocupa el piso en el que vive en calidad de usufructuario puede todavía ir tirando. «Si tuviera que pagar un alquiler, no tendría bastante para pagarlo», indica. Giner tuvo mala suerte. Con 60 años le pilló la crisis económica de lleno y ya no volvió a encontrar trabajo, de forma que se prejubiló de forma prematura.

«La mayoría de las pensiones que se pagan en España son una miseria», denuncia. Cree que los jubilados deben estar unidos para reclamar al Gobierno que establezca unas cantidades mensuales que den para que las personas «puedan vivir dignamente».

«Tengo aficiones que no me generan gastos y paso por delante de los escaparates, sin entrar en las tiendas, porque no me puedo permitir comprar nada que se salga de lo más básico para la vida diaria», subraya.