La explosión independentista en Cataluña abre un nuevo escenario difícil de predecir, no solo en el ámbito político, también en el económico. El seísmo del pasado 1 de octubre y sus consecuencias podrían alterar los fuertes vínculos comerciales que mantienen históricamente Aragón y Cataluña y que se traducen en intercambios por valor de más de 15.000 millones en el 2016. En concreto, Aragón compró a la región vecina productos por 10.782 millones, lo que le convierte en el principal cliente de Cataluña, que en ese mismo periodo adquirió productos aragoneses por valor de 4.500 millones.

Los expertos y empresarios consultados por este diario no se aventuran a predecir qué efectos podría tener una hipotética independencia de Cataluña, aunque todos coinciden en señalar que serían «negativos» para ambas partes a tenor de las cifras.

El 33% de los productos que comercializó Aragón en el conjunto de España tuvieron como destino Cataluña. Mientras, el 55% de lo que compran los aragoneses al resto de España, lo hacen a la comunidad catalana, según los datos que recopila el proyecto C-Interreg, impulsado por el Centro de Predicción Económica (Ceprede). Para hacerse una idea del fuerte vínculo comercial que existe, las compañías catalanas vendieron a Aragón mucho más de lo que exportan a Alemania (ver gráfico).

La dependencia de Cataluña del mercado interior es muy relevante, ya que en el 2016 fue la región más beneficiada por el comercio interregional en España, que le proporcionó un superávit de 17.900 millones, una cantidad con la que pudo enjugar una parte del déficit catalán en sus exportaciones.

INDUSTRIA Y AGROALIMENTACIÓN

El estudio Las relaciones comerciales contemporáneas de Aragón con Cataluña: de la complementariedad al modelo intraindustrial, elaborado por el catedrático de la Universidad de Zaragoza, Luis Germán, junto al también catedrático Vicente Pinilla subraya que el comercio entre ambas regiones está focalizado en sectores como el industrial, el agroalimentario, el material de transporte y la energía. «Las empresas catalanas que tengan sus ventas principales en España podrían verse obligadas a tomar decisiones estratégicas», apunta Germán, en alusión a posibles cambios de domicilio social o deslocalizaciones de empresas. Eso sí, advierte que si esto sucediese, Aragón perdería relevancia en su principal mercado, el catalán.

NEGOCIOS CON LOS VECINOS

Eso lo saben bien en la Franja (zona oriental de Aragón), donde el trasiego de aragoneses y catalanes de una comunidad a otra es constante. En Monzón, por ejemplo, más del 30% de las empresas son de capital catalán, con firmas como Metalogenia, una fundición con más de 200 empleados, o Adelte (antigua Team), dedicada a la fabricación de pasarelas para el embarque de pasajeros en aviones, que da empleo a unas 150 personas y cuyo propietario es el presidente del FC Barcelona, Josep María Bartomeu. Estas dos compañías trasladaron sus centros productivos hace ya más de 10 años cuando todavía nadie se imaginaba el actual escenario.

Hoy, sin embargo, todo es «inquietud» y «preocupación», reconoce el presidente de la Asociación de Empresarios de Torrefarrera (Lérida), Jesús Burrel, que agrupa a 160 socios. Este aragonés, con negocios en ambas, Aragón y Cataluña, reconoce que «llevamos ya bastantes meses viendo traslados de empresas a territorio aragonés». Y hace autocrítica: «Los empresarios hemos cometido el grave fallo de no dar un paso al frente por temor a lo que pueda suceder con nuestros negocios».

Fuentes acreditadas aseguran que el volumen de empresarios de la región vecina que preguntan por las condiciones para instalarse en Aragón crece a medida que el proceso independentista cobra fuerza. Patronos catalanes consultados por este diario y que ya han abierto centros en la comunidad aragonesa subrayan que entre las razones de estos movimientos se encuentran la dificultad de encontrar suelo industrial, unos costes salariales más bajos y una buena localización. Sin embargo, algunos reconocen que también subyace el factor político, aunque prefieren no referirse a él.

INQUIETUD

Pero la preocupación se extiende también a Aragón. El presidente de Cepyme, Aurelio López de Hita, reclama más medidas de apoyo empresarial ante la incertidumbre en Cataluña y ha advertido de que esta situación, «abre un camino de desconfianza para el mercado, las empresas y los autónomos». Y el presidente de Aragón en el Exterior (Aragonex), Antonio Morlanes, afirma que si esto ocurre «seremos sufridores en primera línea» porque las relaciones comerciales se verán «alteradas», incluso en el corto plazo.

Una sensación que comparte el profesor titular de la Universidad Autónoma de Madrid y director del proyecto C-Interreg Ceprede, Carlos Llano. «En el corto plazo nadie gana, todos pierden» con una hipotética independencia, asegura. El largo plazo, sin embargo, es mucho más complejo y estará marcado por las decisiones estratégicas de grandes empresas nacionales y multinacionales instaladas en Cataluña, la política fiscal de la Generalitat y la aplicación o no de aranceles. Pero eso, por ahora, «todavía es ciencia ficción», matiza.