Casi 2.000 personas con estatus de refugiado han llegado a Aragón desde el 2015. En concreto, han sido 1.898 en un lapso temporal que ha mostrado una evolución constante, desde los 153 que recibió la comunidad en ese año hasta los 358 que ya registra el presente, a fecha de 31 de marzo. En resumen, y más allá de las estadísticas, casi dos millares de historias personales que, de una u otra forma, han llegado a Aragón por distintas causas, generalmente, para escapar de un origen adverso.

Un aspecto, el de los rostros del refugiado, que destacó la consejera de Derechos Sociales del Gobierno de Aragón, María Victoria Broto, durante la jornada que celebró el Ejecutivo autonómico para conmemorar el día del refugiado. Aunque esta fecha se celebra mañana, ayer se desarrollaron los actos por parte del Gobierno aragonés para no coincidir con la constitución de las Cortes de Aragón.

Broto reivindicó ante el Gobierno de España lo relativo a lo personal «de cada uno de los refugiados». «Hay historias personales que les sucede a una familia, a una persona, a unos niños, y debemos ver la cara y los ojos de estas personas», recalcó la consejera, mientras incidía en este aspecto como el fundamental de la jornada que se celebró ayer.

CRISIS VENEZOLANA

Los datos que aportó ayer el Gobierno aragonés recogen lo acontecido desde que se puso en marcha el Programa de Acogida e Integración para solicitantes y beneficiarios de protección internacional del ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social. Este plan se desarrolla en el territorio a través de convenios con diferentes entidades sociales y con el apoyo de los servicios públicos del Ejecutivo autonómico.

Aunque de los casi 2.000 refugiados que ha recibido Aragón desde el 2015 la nacionalidad mayoritaria es la siria, con 385 personas, Venezuela registra ya 354 casos de acogida en la comunidad y en el 2019 es la principal procedencia con 56 llegadas, lo que supone el 15% del total. Le siguen Ucrania con 39 (10,9%) y Siria con 38 (10,6%).

En lo que respecta a la distribución anual, en el 2015 llegaron a Aragón 35 refugiados; al año siguiente fueron 153; en el 2017, 517 y en el 2018, 831. Sobre estos datos se debe tener en cuenta que no todas estas personas permanecen en tierras aragonesas, ya que algunos han decidido moverse a otras comunidades o países. De hecho, hasta el 31 de marzo había 1.352 personas activas en el programa, 503 en fase I y 849 en fase II, de las que 573 son mujeres y 779 hombres.

El perfil de los llegados al territorio aragonés durante este año, destaca que la franja de edad mayoritaria se sitúa entre los 18 y los 40 años, con 207 personas de las 358 totales. El siguiente grupo lo conforman los menores, entre los 3 y los 17 años, que llegan a ser 90. En lo referido al sexo, 214 fueron hombres y 144 mujeres.

La distribución territorial indica que un 58% de estas personas -1.101 desde el 2015 y 214 en lo que va de año- se ubican en Zaragoza, un 20% en Huesca (376 y 69), un 12% en Teruel (223 y 24), un 5% en La Almunia de Doña Godina (98 y 20) y otro 5% en Jaca (100 y 31).

Por causas de entrada, la gran mayoría (1.402) fueron detectados en aeropuertos y otros dispositivos de atención social, 219 fueron reasentados procedentes de campos de refugiados de fuera de la Unión Europea, 203 llegaron del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla y 74 fueron reubicados a través de la UE del contingente asumido por España.

MÁS AUTONOMÍA

La consejera también solicitó durante el desarrollo de la jornada, una mayor libertad de las comunidades respecto al Gobierno español para gestionar estos casos. «Las comunidades autónomas deberíamos tener más autonomía y más competencias», aseveró, a la vez que añadió que otros territorios ya han planteado la misma propuesta.

Además, recordó que Aragón fue pionera a la hora de elaborar un protocolo para estos casos, en el que ofrece al ministerio y a los refugiados los servicios que presta. «Mayor autonomía es cuántas personas queremos recibir, cómo las queremos recibir y en qué lugares», precisó Broto. «Si llegaran personas que vinieran del mundo rural y no tuvieran inconveniente en ser acogidas en una población pequeña, eso nos ayudaría en la integración y a mejorar nuestra sociedad. Es decidir qué personas queremos que vengan y qué proyecto de vida», concluyó.