La presidenta Rudi ha ofrecido su visión de un Aragón que se halla muy lejos de la realidad. Su discurso, como era previsible, exalta la gestión del Gobierno PP-PAR y adolece de la necesaria autocrítica. Su empacho de triunfalismo le hace considerar como "un hecho incontestable" el final de la crisis, el inicio de la recuperación económica y la creación de empleo neto en Aragón. Está convencida, como San Jorge, de haber vencido al dragón de la crisis, pero este sigue echando bocanadas de fuego, produciendo enormes desgarros sociales con el sufrimiento real y cotidiano de miles de aragoneses. Esa visión irreal aparece también en sus políticas en materia de sanidad, servicios sociales o educación, donde el Estado de bienestar ha sufrido voraces dentelladas: por mucho que se quieran maquillar los datos, la realidad es bien tozuda.