El sector de la biomasa despega en Aragón, aunque lo hace a un ritmo más lento de lo previsto y de forma desigual en los diferentes segmentos que abarca. Este impulso se observa claramente en la instalación de calderas de pellet en el medio rural, donde el uso de esta energía para calentar viviendas se está popularizando poco a poco. Tras un cierto parón por los bajos precios del gasóil y el gas, el parque de equipos de biomasa térmica crece en la comunidad a un ritmo de un 20% anual. En el flanco industrial y tras múltiples proyectos frustrados en el pasado, han vuelto a surgir iniciativas de envergadura, la mayoría lideradas por la empresa local Forestalia y, esta vez, con más visos de que lleguen a buen puerto.

La biomasa es aquella materia orgánica (leña, cultivos, residuos agrarios o ganaderos) que se utiliza como fuente energía para producir electricidad y calor. En Aragón, este campo energético presenta grandes posibilidades de crecimiento porque dispone de amplias y repartidas masas forestales y una especialización agroalimentaria.

Ese potencial, sin embargo, ha tenido por el momento un escaso recorrido. En los años previos a la crisis, parecía que se iba a producir la eclosión de este sector en Aragón, donde proliferaron proyectos industriales de biomasa (plantas eléctricas, fábricas de pellet). Prometían generar cientos de puestos de trabajo, pero la práctica totalidad de estas iniciativas privadas quedaron en papel mojado.

Fábricas, a medio gas

En Aragón existen actualmente media docena de empresas productoras de biomasa, algunas de las cuales sobreviven a duras penas por la «fuerte competencia» y una demanda todavía limitada, lo que ha hecho bajar los precios de este combustible e incluso «vender a pérdidas», aseguran fuentes de varios de estos operadores.

El mayor fabricante regional es Agropellet, impulsado hace cinco años por la cooperativa Los Monegros de Sariñena, el secadero de cereales Santiago de Grañén y la ingeniería Innotec Servicios Energéticos. El pasado año produjo en torno a 7.000 toneladas de pellet, una cifra similar a los dos años anteriores. «El incremento de la demanda ha sido pequeño porque el gasoil ha estado barato», apunta el director comercial de la firma, José Manuel Servera. «Esperamos un repunte para los próximos años, pero el crecimiento seguirá siendo lento», agrega. Existen otras cuatro pequeñas fábricas: Pellet Teruel en Bea, Afpunra en Ansó, Biomasa de Matarraya, en Peñarroya de Tastavins y Biomasa del Aneto en Campo.

El principal hándicap para el uso doméstico de esta energía sigue estando en el elevado coste de la instalación de una caldera de este tipo, que triplica el de una de gasoil. «La inversión se amortiza con los años, pero sigue habiendo miedo, desconocimiento y falta de mentalidad», apunta Jesús Crespo, gerente de Combustibles Crespo, con más de 20 años de experiencia en la puesta en marcha y mantenimiento de este tipo de instalaciones. Cree que los «intereses» de las grandes eléctricas hacen que no haya un desarrollo más rápido de este mercado. «Los precios del gas son precios políticos», denuncia.

Pese a todo, el número de instalaciones de biomasa mantiene un crecimiento sostenido, especialmente en los pueblos, aunque el avance es inferior al de otras comunidades. El Observatorio Nacional de Calderas de Biomasa (ONCB), gestionado por la asociación sectorial Avebión, estima que en Aragón hay unos 2.500 equipos (1.479 están documentados) que suman una potencia instalada de 266 MW. En el 2015, el número de instalaciones creció un 20,6%.

El Gobierno de Aragón ha subvencionado desde el año 2006 unos 500 equipos a través de una línea de ayudas que en el 2016 no llegó a ver la luz, por lo que en el 2017 se prevé duplicar esta partida hasta 4,5 millones de euros. Todo dependerá, no obstante, «de las condiciones presupuestarias», según fuentes del Ejecutivo.

El director general de Energía, Alfonso Gómez, asegura que el Gobierno de Aragón «apuesta decididamente» por este sector, que en los próximos año cree que vivirá su «despegue definitivo», sobre todo en el campo eléctrico. «Se ha reactivado el interés de la iniciativa privada por la biomasa, nos llegan bastantes proyectos», asegura.