La gran recesión desatada en el 2008, cuyas heridas todavía no han cicatrizado por completo, ha incrementado la desigualdad social de manera diametral. El 45% de los asalariados aragoneses ha perdido poder adquisitivo entre el 2007 y el 2018, un porcentaje de trabajadores que se concentran precisamente entre los que tienen los salarios más bajos. De hecho, se observa la paradoja de que cuanto más humildes son los sueldos, mayores son las caídas de ingresos, siendo los de estrato más bajo --483 euros de media al mes-- los que registran un mayor hachazo (15,17% menos), según el análisis estadístico por déciles (diez niveles). Y al contrario, el 55% restante que ha mejorado su posición económica se sitúa en los tramos retributivos más altos, siendo los del primer escalón --un promedio de 4.736 euros al mes-- los únicos que anotan un incremento notable (11,54% más).

Así lo denunció este lunes el secretario general de UGT Aragón, Daniel Alastuey, durante una rueda de prensa en la que el sindicato presentó su informe sobre el mercado laboral del 2019. Según este estudio, las rentas salariales han perdido fortaleza y la han trasvasado a las rentas empresariales. «El 7% de los ingresos han pasado del bolsillo de los trabajadores al de los empresarios», afirmó.

Alastuey achacó el incremento de la brecha retributiva a la política de devaluación salarial aplicada por el PP, que tuvo su punto álgido con la reforma laboral del 2012. «Los que han pagado la crisis han sido los trabajadores», afirmó. No obstante, señaló que desde el 2018 se está corrigiendo la situación gracias al Acuerdo de Negociación Colectiva, el aumento del sueldo a los funcionarios y el alza del Salario Mínimo Interprofesional (SMI).

40.000 OCUPADOS MENOS

Para el líder ugetista, la crisis no ha acabado para el empleo, aunque tanto la comunidad autónoma como el conjunto del país hayan recuperado el producto interior bruto (PIB) previo al cataclismo económico. En este sentido, denunció que Aragón está generando «la misma riqueza que antes pero con 40.000 trabajadores menos», que son los puestos de trabajo que se han perdido en comparación con el año de la Expo. A ello se suma que hay 31.100 parados más y que la población activa --ciudadanos en disposición de trabajar-- ha bajado en este periodo en casi 9.000 efectivos.

Y aunque en el 2019 se crearon 14.200 empleos y el paró bajó en 7.000 personas, Alastuey lamentó que repuntó el desempleo de larga duración, que se acerca al 50% del total, y que la calidad del trabajo no mejoró. Por tanto, el crecimiento económico ha mejorado las grandes cifras del mercado laboral pero «sin corregir los graves problemas de fondo».

PRECARIZACIÓN

Al problema de la cantidad de empleo se suma el de su calidad. UGT destaca el crecimiento enorme del trabajo a tiempo parcial, que afecta sobre todo a las mujeres. Esta modalidad supone una quinta parte de la afiliación, con casi el 22% del total, más de seis puntos porcentuales más que en el 2007. El sindicato subraya que en el 51% de los trabajadores con este tipo de contratos no lo desean. Mientrsa, los puestos de mayor calidad --indefinidos a tiempo completo-- ya son menos del 50% (el 48,69%).

El informe de UGT también pone de relieve un declive y envejecimiento de la fuerza laboral, que solo se ha podido corregir mediante el trabajo de personas extranjeras, lo que ha impedido que la población de Aragón no haya perdido 10.000 personas.

Por sectores, el empleo en Aragón crece sobre todo en industria alimentaria, administraciones públicas, construcción especializada y consultorías y actividades de programación e informática. El resto de los actividades industriales, incluida la automoción, suben por debajo de la media. «Está muy bien ganar en mataderos pero conviene que crezcan el resto de las industrias», apuntó.

A pesar de todos los males, Alastuey se mostró «esperanzado» con el Gobierno PSOE- Podemos, ya que puede haber «un cambio de políticas que pueden ser parte de la solución a los problemas». Entre las medidas más urgentes, citó la derogación de la ultractividad para recuperar el poder de negociación de los trabajadores.