La XIII legislatura de la democracia arranca oficialmente esta semana con interpretaciones abiertas a los supersticiosos y subida a una montaña rusa con curvas de vértigo en las que Pedro Sánchez espera pilotar el país los próximos cuatro años. Si algo comparten todos los partidos es la certeza de que Cataluña puso final al mandato anterior y marcará, también, el nuevo ciclo político que ahora comienza. Esta idea quedará sintetizada en una imagen icónica, de enorme potencial simbólico, y que resume bien el conflicto al que se asoma el Estado: los cinco presos independentistas ocupando sus escaños en el hemiciclo del mismo Parlamento en el que se sientan por primera vez representantes de Vox.

Será la fotografía de una España atravesada por sus contradicciones, un país en el que conviven la intención de Sánchez de apostar por el apaciguamiento, la insistencia de la derecha en rentabilizar el polvorín catalán y las contingencias de un mundo independentista que Madrid observa desde la perplejidad.

ESCOLTADOS HASTA EL HEMICICLO

Hoy, Oriol Junqueras (ERC), Jordi Sànchez, Jordi Turull i Josep Rull (JxCat) llegarán al Congreso para entregar sus credenciales como diputados electos en las generales de abril y recoger sus actas. Raül Romeva (ERC) hará lo propio en el Senado. Es un trámite breve que pueden hacer con el permiso que les ha concedido el Tribunal Supremo (TS). Los cinco presos independentistas saldrán con sus maletines de parlamentarios para volver a la prisión de Soto del Real. Mañana, a las diez, se celebra la sesión constitutiva de las Cortes, en dos ceremonias paralelas en el Congreso y el Senado que dan el pistoletazo de salida a la legislatura.

Los presos llegarán a la Cámara Baja en furgones de la Guardia Civil hasta el aparcamiento subterráneo y, desde allí, serán escoltados por agentes de la Policía Nacional hasta el hemiciclo, sin esposar. En la tribuna estarán sus familiares, invitados por Esquerra Republicana y Junts per Catalunya.

En el pleno deberán jurar o prometer la Constitución. Que lo hagan de forma escueta o con fórmulas creativas está por ver, pero hasta que no acaten la Carta Magna no serán diputados de pleno derecho.

Constituido el nuevo Congreso se elegirá la Mesa, el órgano de gobierno parlamentario. Salvo sorpresas, el pacto entre PSOE y Unidas Podemos otorgará la presidencia de la Cámara Baja a Meritxell Batet (PSC) y la vicepresidencia a Gloria Elizo (del partido morado). A pesar de que Ciudadanos no tiene opciones de ocupar la presidencia, Albert Rivera anunció ayer que presentará como candidata a la oscense Sara Giménez, un fichaje del colectivo gitano. La maniobra no tiene posibilidad de prosperar, pero sirve al jefe de los liberales para evidenciar su rechazo a lo que Batet representa: la voluntad de Sánchez de allanar el diálogo con Cataluña con la exministra presidiendo el Congreso y Manuel Cruz el Senado.

El PP baraja situar a la expresidenta de la Cámara Baja, Ana Pastor, y a Adolfo Suárez Illana en los dos puestos que le corresponden en la Mesa.

El resto, es una montaña rusa de incertidumbres y posibles que todavía no pueden saber cómo y cuándo sucederán. Cuándo serán suspendidos los independentistas presos. Si correrán entonces la lista o perderán los escaños. Cuándo será la sesión de investidura. Qué votarán ERC y JxCAT. Todo puede suceder pero nada es seguro. Comienza una temporada de vértigo.