El médico jubilado que el pasado jueves se suicidó tras haber asesinado en Zaragoza a su madre y a su mujer, Luis Lasala Mainar, dejó en la mesa del salón de su casa de la urbanización Viñedo Viejo, en Casablanca, una carta manuscrita de varias hojas, dirigida a sus dos hijas, en la que pedía perdón y explicaba que cometió el doble crimen como una forma de librarlas de «cargas».

El asesino, que empezaba su misiva con la frase «He cometido una atrocidad», aludía así a que su esposa, María Dolores Mínguez Herrero, sufría alzhéimer, y a que su progenitora tenía una edad muy avanzada, 92 años. «Al principio será terrible y lo pasaréis muy mal», continuaba la carta, que señalaba que las cosas cambiarían con el paso del tiempo.

Con respecto a su progenitora, el autor de la carta, que parece haber escrito en un estado de gran agitación, asegura que la mató con el fin de que «no sintiera vergüenza» al tener conocimiento de que había matado a su nuera.

En uno de los folios había asimismo un recuerdo para el hermano del asesino, que en 1994, con unos 40 años de edad, sufrió un accidente realizando una escalada y quedó tetrapléjico. En este sentido, trataba de tranquilizar a sus hijas manifestándoles que no debían preocuparse porque se halla en una residencia y está «muy bien cuidado».

PODERES NOTARIALES / Además, Lasala Mainar, de 67 años, que se quitó la vida arrojándose al vacío desde un cuarto piso, dejó en el mismo lugar de su domicilio, entre otra documentación, unos poderes notariales para pleitos, unas escrituras y unas llaves. En la terraza contigua al salón apareció un taburete al que el autor del crimen se había subido para rebasar la barandilla, así como sus zapatillas, perfectamente colocadas. Al lado, bien alineados, se encontraban unas tijeras y dos cuchillos.

Otro mensaje que dejó el médico fue en forma de un cartel que puso en la parte de fuera de la puerta de acceso a la vivienda, con el texto Avisen a la Policía. He matado a Lola. Para facilitar la entrada al piso, además, había introducido las llaves en la cerradura que da al rellano.

Estos documentos servirán para determinar qué impulsó al autor del hecho a obrar como lo hizo. Pero el móvil de sus actos ya no tendrá influencia alguna en la investigación policial, que ya está cerrada, según indicaron ayer fuentes de la Jefatura Superior de Aragón.

El cadáver de María Dolores Mínguez, Lola, apareció tendido boca abajo sobre la cama del dormitorio, tapado con un almohadón ensangrentado. El cadáver presentaba sangre en la nuca.

Quedan sin resolver aspectos como el horario de los crímenes, el orden en que se cometieron, aunque la autopsia ya ha podido establecer que Lasala se suicidó seis horas después de matar a su mujer, que tenía 68 años y hacía dos que se había jubilado como médico pediatra en el cercano centro de salud de Casablanca.

Eso sitúa el crimen en torno a las dos de la madrugada del jueves, dado que el agresor se lanzó al patio interior de la urbanización sobre las ocho de la mañana.