Un atropello múltiple a primera hora de la mañana -a las 9.20 horas- sumió ayer al barrio zaragozano de Casetas en la «confusión» y el «pánico» durante unos minutos. Un conductor ebrio se subió súbitamente a la acera de la arteria principal, la avenida de Logroño, a la altura del número 28 -junto al bar Avenida-, llevándose por delante a un matrimonio de 67 y 65 años y a un hombre de 45 que transitaban por ella. Sin ni siquiera detenerse, emprendió la huida sin salir de la acera, sorteando todo lo que encontraba a su paso, hasta que se escapó en dirección contraria por la calle Huesca, la siguiente a la del lugar del arrollamiento. Acabó huyendo a pie tras abandonar el vehículo, un BMW X3 de color gris y con matrícula de Figueras (Gerona), apenas 500 metros después, en la calle Moncayo, ante el desconcierto del barrio.

Esto, pocos días después del aniversario de los atentados en Barcelona y Cambrils en el 2017, les llevó a creer que estaban viviendo algo similar. No era un simple accidente de tráfico, ni un despiste, aseveraron muchos de los testigos. Pero la rápida intervención del amplio despliegue policial y de la Guardia Civil permitió localizar y detener a los responsables en la localidad de Utebo, cuando se encontraban en el hotel Europa, donde intentaban ocultarse. Acababa allí una larga huida a pie de dos horas desde la calle Moncayo de Casetas.

A las 11.30 horas, se arrestaba al conductor, un joven de 25 años identificado como A. B. y de nacionalidad marroquí, que dio positivo en alcohol; y a su acompañante en el vehículo, una chica cubana de 26 años, L. V. C.. Según las fuentes consultadas, dio positivo en el test de alcoholemia pero no se le pudo someter al de drogas por no estar en las condiciones óptimas para practicarle la prueba. Sin embargo, ambos, que son además vecinos del entorno donde se produjo el atropello -residen en Casetas o Utebo-, permanecieron durante horas declarando en el cuartel de la Guardia Civil del barrio rural y pasaron la noche en el calabozo. Mientras, las personas arrolladas seguían hospitalizadas (en el Clínico), estables dentro de la gravedad de las heridas que les causó el atropello pero fuera de peligro, según fuentes sanitarias.

LOS TESTIGOS

Menos de dos horas duró su fuga a pie, desde que abandonaron el vehículo que, en un primer momento, se sospechó que hubiera sido robado a una tercera persona que no fue detenida pero sí identificada. En su declaración, los dos jóvenes arrestados explicaron que ese coche era suyo y que se lo habían comprado a esa persona, pero que no habían formalizado aún la venta con documentación. Una versión que aún debe corroborar el supuesto vendedor.

Sin embargo, la versión de los testigos presenciales de lo ocurrido apuntaba en la calle en otra dirección. Destacaron, en declaraciones a este diario, que el arrollamiento «parecía intencionado». «No solo no frenó, sino que aceleraba en el último momento», afirmó Laura Cimorra, una joven que en el momento del atropello se encontraba a pocos metros de las víctimas, en la terraza del bar Avenida. De hecho «por pocos centímetros» ella no fue una más. Igual que otro joven, que iba junto a los tres peatones atropellados y que sorteó la embestida en el último segundo.

«Oí un ruido y pensaba que era un coche que perdía los frenos, pero era todo lo contrario. Estaba acelerando, acelerando y acelerando, y se metió en la acera. Entonces me di cuenta de que no era un accidente»». Así relató Laura lo vivido. Ella reaccionó: «Me he levantado y ha pasado por mi mesa pero creo que llegó a mover la silla que tenía al lado. A partir de ahí no vi nada más. Me dirigí hacia los heridos y me temía lo peor».

Su compañera en el centro de estudios de Casetas donde trabajan, María Sancho, se dirigía al bar Avenida a tomar café con ella cuando lo vio todo: «El coche empezó a acelerar y a pitar todo el rato. Pensé que se le había cruzado otro coche y le estaba avisando pero no, cuando llegó al paso de peatones giró y se subió a la acera, esquivó los postes de los semáforos y fue hacia la pared. Tras el atropello chocó con ella y perdió el retrovisor. Luego siguió por la acera sin chocar con nada más. No parecía que fuera bebido ni nada, porque si vas mal no rectificas tan bien la trayectoria ni conduces con tanta habilidad. Daba la impresión de que iba a por esas personas».